Cada vez más familias invierten en alarmas, cámaras y dispositivos sofisticados. Pero sin apoyo de las autoridades, la inversión privada no será suficiente.
Un estudio del INEI realizado en el 2013 reveló cifras preocupantes: en todo el Perú, nada menos que 15,9% de las viviendas ubicadas en zonas urbanas habían sufrido un robo o intento de robo en los pasados doce meses. Y en las ciudades con población por encima de 20 mil habitantes el porcentaje se incrementaba ligeramente (16,1%). La estadística guarda relación con otras que maneja la policía y el Ministerio Público, las mismas que señalan que cada día 30 casas en Lima sufren este tipo de ataques.
Como muchos de estos robos o intentos de robos no se denuncian, las autoridades carecen de cifras precisas que nos permitan tener un panorama claro del problema de la inseguridad en el país. Sin embargo, la percepción de inseguridad entre la población es elevada y se traduce en medidas de seguridad cada vez más sofisticadas. Actualmente, más de 10 mil viviendas en Lima están protegidas por sistemas de alarmas, cámaras y circuitos cerrados de televisión. La mayor parte se encuentran en distritos de clase media y alta, como San Borja, La Molina, Surco y San Isidro, que son los favoritos de los ‘robacasas’, debido a que sus posibilidades de obtener buenos botines se incrementa. Sin embargo, estos hampones también están asolando distritos emergentes como San Juan de Lurigancho y Villa María del Triunfo, donde las medidas de seguridad suelen ser más débiles.
Los sistemas de seguridad instalados en viviendas ciertamente ayudan a mejorar la seguridad de una vivienda, sobre todo cuando no hay gente en el interior, que es el momento preferido para los delincuentes (en el Perú, 9 de cada 10 robos a casas ocurren en horarios en los que la propiedad se ha quedado sola). Sin embargo, por sí solos, estos dispositivos no alcanzan para combatir la delincuencia o reducir la sensación de inseguridad entre la población.
Mientras los hampones sigan estando libres, estos seguirán rondando por distintos barrios de la ciudad y buscando las viviendas que luzcan más desprotegidas o prometan los botines más atractivos. Si encuentran que una vivienda bien protegida, lo más probable es que busquen otra que plantee menos problemas. O igual intentarán ingresar, si consideran que lo que encontrarán adentro vale la pena. En cualquier caso, igual golpearán. Por eso, la única manera efectiva de reducir la criminalidad en cualquier parte del mundo es reforzar el accionar de las autoridades para realizar labores preventivas, de inteligencia y de captura de los delincuentes. Sin eso, los sistemas de seguridad instalados por los privados solamente proveerán de una sensación de seguridad bastante relativa.
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