La decisión acerca de la mejor forma de implantar el Design Thinking en una empresa depende muchos factores internos de las organizaciones.
El Design Thinking es una metodología que entiende la innovación a partir de las personas y cómo atender sus necesidades. Sus fundamentos son la empatía, la creatividad y la colaboración. Pero el proceso para ponerlo en práctica no siempre es sencillo. Dependerá de factores como el tamaño de la empresa, su tradición y el sector en el que se desenvuelve. Hay empresas pequeñas, flexibles y ágiles que nacen con el Design Thinking grabado en su ADN. Y otras, con estructuras más conservadoras, que tendrán que incorporarlo de manera gradual.
Scott Underwood y Leon Segal, profesores de la Certificación Internacional en Design Thinking de la UTEC e Innovationship Silicon Valley, coinciden en señalar que existen dos formas de introducir la metodología del Design Thinking en una organización empresarial. Una de ellas es a través de la creación de “laboratorios de innovación”, que vendrían a ser una suerte de espacios dedicados a la innovación dentro de las empresas. Estas áreas funcionan como “zonas liberadas” en las que la consigna es dejar fluir la creatividad para concebir y desarrollar ideas innovadoras que eventualmente revolucionen el negocio.
En el Perú, varias grandes empresas y grupos empresariales han apostado en los últimos por crear laboratorios de innovación. Pero para Segal y Underwood, existe otro camino. “Hay otra forma, y creemos en ella tanto como en los laboratorios, o incluso más. En los talleres que hacemos aquí entrenamos a la gente para que se conviertan en agentes de innovación. Si queremos hacer un cambio cultural en una organización, tomamos personas de diferentes áreas, desarrollamos en ellos las habilidades y les damos las experiencias, y los mandamos de vuelta a sus departamentos. Así, se generan las raíces para empezar el cambio de abajo hacia arriba”, explica Segal.
El Design Thinking, enfatizan ambos expertos, se difunde “de abajo hacia arriba”, aunque es cierto que se debe contar con el permiso de la alta dirección. Para que dé resultados en una organización, se debe entrenar a una “masa crítica” de agentes de innovación, que estén distribuidos en toda la estructura y difundan las bondades de este enfoque.
El Design Thinking es un proceso “liberador”, destaca Leon Segal. Implica, entre otras cosas, “desaprender y volver a aprender” ciertas cosas. “Por ejemplo, que está bien hacer preguntas. No solo tener las respuestas. En el Design Thinking no se esperan respuestas inmediatas a los problemas. Está OK decir, ‘no sé. Voy a verlo’. Eso es grande”, señala el experto.
La decisión acerca de la mejor forma de implantar el Design Thinking en una empresa depende muchos factores internos de las organizaciones. Algunas pueden optar por formar un laboratorio de innovación; para otras puede funcionar mejor entrenar agentes de innovación que estén distribuidos por todas sus áreas. Lo cierto es que, en cualquiera de los dos casos, la innovación es un proceso crucial para cualquier empresa. No se puede eludir este desafío.
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