Este mecanismo contable permite reconocer el desgaste natural de los activos de un negocio.
La depreciación de los activos es un concepto clave en la administración de las cuentas de cualquier negocio. Se entiende como tal la disminución del valor de un bien como consecuencia del natural desgaste por el uso. Todos los activos que se emplean en la actividad de un negocio (maquinaria, muebles de oficina, computadores, vehículos, inmuebles, etc.) tienen un tiempo de vida útil, pasado el cual se vuelven inutilizables. La depreciación permite reconocer su desgaste como un gasto a lo largo del tiempo, y reflejarlo en las cuentas de resultados de la empresa y en el pago de impuestos.
Existen diversas formas de calcular la depreciación, explica Esmeralda Fernández, contadora pública colegiada. Según el tipo de activo, la depreciación se puede establecer en función a unidades producidas o por tiempo transcurrido desde que se adquirió el bien. Asimismo, la ley peruana establece un régimen diferente –de depreciación acelerada– para los bienes adquiridos mediante leasing. “En contabilidad, la depreciación es una manera de asignar el costo a los diferentes ejercicios (años) en que se hace uso del activo”, detalla la profesional.
El cálculo de la depreciación se hace en función a las normas tributarias de cada país. En el Perú, el reglamento de la Ley de Impuesto a la renta establece los límites máximos para depreciar los activos según su naturaleza. Así, por ejemplo, el límite máximo en el caso de inmuebles es de 5% anual, mientras que para vehículos de transporte terrestre (exceptuando ferrocarriles), el máximo es de 20% anual y en el caso de ganado (animales de trabajo y reproducción), llega a 25%.
Es importante tomar en cuenta –como señala la web anglosajona Investopedia– que la depreciación es un método contable, pero no implica un flujo de efectivo real. Además, los límites de depreciación establecidos por la ley no necesariamente coinciden con el desgaste real de los activos. “Por ejemplo, si tienes un equipo de oficina y tu empresa es pesquera y la oficina queda en el muelle, tal vez se depreciará en cinco años, por la humedad. Pero si tu oficina queda en La Molina donde el clima es más seco tal vez se depreciará en doce años”, explica Esmeralda Fernández. Sin embargo, en ambos casos, para efectos tributarios, dicho equipamiento se depreciará a razón de 10% anual a lo largo de 10 años.
En cualquier caso, para determinar la depreciación de los activos de tu negocio, es importante conocer la legislación vigente, que tienen una serie de complejidades. Es aconsejable consultar con un contador o –en caso de controversias– con un experto en derecho tributario.
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