Está demostrado que dormir un poco en medio de la jornada laboral tiene muchos beneficios. Eso sí, la siesta no debe exceder de 20 minutos.
Dormir una pequeña siesta en medio de la jornada de trabajo no es una costumbre de haraganes; todo lo contrario, es un hábito que mejora la productividad. Por eso, muchas grandes empresas del mundo han incorporado en la rutina habitual de sus empleados. Es el caso de Nike y también de Google, que tiene varios espacios habilitados para el descanso en sus famosas oficinas de Mountain View, California. También la NASA apuesta decididamente por la siesta, luego de realizar un estudio en 747 pilotos que demostró que 20 minutos de sueño reducen considerablemente el riesgo de cometer errores cuando se realizan maniobras riesgosas.
Los beneficios de la siesta están científicamente probados. Un estudio de la Universidad de California en Berkeley evidenció las personas que duermen durante 90 minutos en la mitad de la jornada tienen más capacidad realizar tareas que requieren esfuerzo mental por la tarde. Esto, debido a que el sueño permite la consolidación de la memoria, restaura la capacidad de aprender y predispone a las emociones positivas.
Otros estudios señalan más beneficios de la siesta, como la reducción del estrés y la recuperación cardiovascular, además de promover el estado de alerta mental. Sin embargo, es importante no excederse: la siesta en medio de la jornada laboral no debe sobrepasar los 30 minutos de duración, porque por encima de ese tiempo se altera el ciclo de sueño nocturno, lo que resulta contraproducente, advierte una nota publicada en la web 20minutos.es. Asimismo, se aconseja no usar una cama, sino un sofá o silla que ofrezca algo de comodidad.
Es necesario entender que la siesta es un sueño corto recuperador, que no reemplaza bajo ningún concepto el sueño nocturno. Dormir unos minutos de día no da licencia para desvelarse por las noches. Pero si está bien utilizada, la corta interrupción que representa una siesta tiene un impacto positivo en la productividad de los trabajadores. La experiencia de varias grandes empresas así lo demuestra. ¿Te animarías a probar?
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