Existen tonos o frecuencias sonoras que actúan de forma específica sobre tu mente y cuerpo para sanarlos o estabilizarlos.
Existen numerosas teorías que apuntan a las cualidades medicinales de la música y el sonido. Desde estudios neurocientíficos que señalan los beneficios que aporta la música a nuestro cerebro y cuerpo (por ejemplo, que ayuda a recudir el estrés y fortalecer el sistema inmunológico) hasta postulados antiguas de la filosofía que apelan a terapias de sanación sonora.
Desde hace milenios, tradiciones alrededor del mundo han empleado recursos sonoros con fines terapéuticos. Tenemos, por ejemplo, el huichol en México y el pronunciamiento de “sílabas semilla” entre los tibetanos. En occidente, uno de los más importantes antecedentes de audiosanación floreció con Pitágoras. Él profundizó en las reacciones específicas que ciertos acordes producían en el organismo humano. Esto lo llevó a establecer secuencias sonoras que facilitaban ciertos patrones conductuales y que, utilizados con conocimiento, demostraban propiedades medicinales.
El filósofo compuso piezas para sanar determinados malestares físicos o espirituales, precisiones musicales configuradas explícitamente para inducir el sueño, contrarrestar el enojo o combatir los miedos.
Estas son algunas de esas frecuencias y sus posibles efectos sanadores:
285Hz. Incita la sanación de células y tejidos, lo que permite rejuvenecer el cuerpo.
337Hz. Estabiliza la circulación sanguínea.
396Hz. Ayuda a combatir pensamientos como el miedo o la culpa.
528Hz. Supuestamente, propicia la regeneración del ADN.
625Hz. Ayuda al buen funcionamiento del hígado.
639Hz. Equilibra la capacidad de relacionarte con otros y fortalece el autoestima.
741Hz. Limpia las células.
764Hz. Normaliza el sistema nervioso.
852Hz. Favorece la intuición.
963Hz. Activa la glándula pineal, que es considera como la puerta de entrada a niveles superiores de conciencia.
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