El cansancio extremo afecta los músculos y puede llegar a causar ansiedad, nerviosismo e insomnio. En las organizaciones afecta la productividad e incrementa los gastos.
Dolor de cabeza, cuello tenso, espalda muy cansada. Si tienes algunos de estos síntomas, puede que padezcas de fatiga, la que se define como la disminución del rendimiento, acompañada o no de sensación de cansancio. También se trata de la sensación penosa que se experimenta después de un trabajo físico o intelectual, prologando o intenso, según Bernardo Marín Fernández, especialista en medicina física y educación del deporte.
La fatiga puede ocasionar desde hipersensibilidad en el sistema nervioso hasta dolores localizados en músculos determinados. También es necesario indicar que estos síntomas no solo pueden ser físicos sino también mentales. Por ejemplo, el llamado síndrome de burnout, que es un trastorno asociado al estrés laboral y al estilo de vida de los trabajadores, tiene como síntomas el nerviosismo y el insomnio, principalmente. Si empeora puede llevarnos a la ansiedad o a la depresión.
Este padecimiento afecta a las organizaciones que verán un bajo rendimiento en las tareas asignadas a su personal. Al estar tan cansados no utilizarán bien su tiempo, disminuirán su productividad y, por ende, aumentarán los gastos de la compañía.
Para contrarrestar los efectos de la fatiga, la Organización Mundial de Salud (OMS) sugiere un equilibrio ideal para mantener y favorecer la salud entre la actividad y el descanso. Los breaks son imprescindibles para poder recuperarse de los esfuerzos laborales y evitar que se acumule la fatiga. Del mismo modo el movimiento será preferible a las actitudes estáticas y se procurará compaginar los periodos de actividad con periodos inactivos de relajación.
Por último, la carga de trabajo favorable será distinta según las personas, en función de las aptitudes y recursos de cada uno.
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