Antes fue televisión, hoy son la tablet y el smartphone los que ayudan a los padres a calmar o distraer a los niños. Esta conducta, aparentemente inofensiva, genera una peligrosa dependencia.
Además de hacer que pierda el interés por desarrollar otras actividades, la exposición temprana a las pantallas afecta el desarrollo del cerebro del niño. Se retrasan los avances en el lenguaje, la concentración y la interacción social. Esta exposición también está relacionada con mayores índices de miopía, déficit de atención, obesidad y depresión infantil.
Lo mejor es evitar su uso hasta que estos aspectos estén afianzados, recomienda Carmen Bravo de Rueda, psicóloga de la clínica Ricardo Palma. Es decir, hasta después de los dos años de edad. A partir de esa edad se le permitirá que vea programas en función a que estos complementen su aprendizaje. Por ejemplo, si está aprendiendo a contar, se seleccionará un dibujo o serie que hable al respecto.
Hay que darse un tiempo para acompañar al niño cuando vea ese episodio y, luego, se pueden generar actividades lúdicas que refuercen los conceptos aprendidos. A los niños les encanta que se les rete y que se les celebre cuando dan con la respuesta correcta. Además, debido a que no tienen suficiente experiencia de vida, requieren de los adultos para interpretar de modo apropiado lo que están viendo.
La Academia Estadounidense de Pediatría recomienda que los niños vean de 1 hora a 2 horas de televisión al día. Este horario se puede dividir en dos momentos del día, con el fin de que no pase mucho tiempo frente a una pantalla.

No debe existir una TV en la habitación de un niño ni debe dársele un dispositivo digital para su uso personal. Cuando vea su programa favorito debe hacerlo desde el smartphone o la tablet de sus padres para que ellos tengan siempre el control.
Los niños no deben sentarse frente a la TV o una pantalla en modo zapping, sin saber lo que van a ver. Los padres deben conversar con ellos y seleccionar juntos un programa en específico.
La TV no debe estar encendida durante el almuerzo, porque se desperdicia una magnífica oportunidad para conversar con ellos y saber cómo les va en el colegio.
Tampoco se debe permitir que los niños vean TV antes de ir a dormir porque los estimula, lo que afecta la calidad del sueño e interrumpe la consolidación del aprendizaje que se da en esta fase. Dormir nos ayuda a consolidar el aprendizaje.
Cuando vayan al colegio, hay que ser más estrictos respecto al uso de pantallas en casa. Hay que estar presentes cuando las usen para hacer sus tareas y fijar horarios para que vean su programa favorito. Los permisos deben ir en función al cumplimiento de sus tareas y obligaciones en casa.
Los niños deben pasar más horas jugando, interactuando con otros niños y haciendo deportes antes que frente a una pantalla. Si eso no ocurre es señal de que algo está marchando mal. Si un niño está irritable y no respeta los horarios se debe restringir el uso de pantallas hasta que aprendan a controlarse.

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