La pareja que decide divorciarse debe ponerse de acuerdo en reforzar la rutina afectiva en el duro trance de la separación.
Para los niños, la separación de los padres es una etapa de cambios profundos, que requiere de un tiempo prudente para procesar la situación. Los niños pequeños, sobre todo entre los cuatro y once años, creen que una separación significa que perderán a uno de sus padres. Por ello, suelen fantasear con que volverán a reunirse, lo que no les permite aceptar la realidad.
Para darles estabilidad emocional a los niños se requiere que los padres hayan superado el divorcio. Tienen que dejar atrás las diferencias que tenían como pareja y centrarse en sus hijos. Para ello, más allá de un acuerdo judicial, deben poder llegar a determinar de común acuerdo los días en que cada uno tendrá a los hijos.
Es importante cumplir con los horarios y días de visita para evitar que los niños se frustren ante una promesa incumplida. En los horarios debe incluirse acompañar a los hijos en actividades de su interés y estar al tanto de sus progresos en el colegio. Además se deben conocer sus amistades, practicar juntos algún deporte y ayudarlos en sus tareas.
Quien se va de casa debe mantener la comunicación constante con los hijos. “Es aconsejable dejar abierta la comunicación, sobre todo cuando los niños se sientan melancólicos”, refiere la psicóloga Diana Pacheco. El contacto será para transmitirles calma, nunca para criticar al otro progenitor.
Los padres también deben ponerse de acuerdo en mantener la disciplina. Ambos tienen que respetar por igual las normas de convivencia, horarios, rutinas, sanciones y castigos. Esto evitará que uno de los padres sea autoritario y el otro permisivo.
Es recomendable no discutir frente a los hijos ni usarlos como mensajeros o para obtener información de la ex pareja. Tampoco es buena idea criticar la toma decisiones del otro progenitor, compensar su ausencia con regalos o expresarse negativamente del otro padre. Todo esto, por el contrario, les restará autoridad a ambas partes.
Además, hay que estar atentos a una serie de problemas emocionales y de conducta que suelen presentarse en los hijos de padres separados. Pueden mostrar inseguridad y ansiedad, miedo a que los olviden o los dejen de querer y culpabilidad por la separación. En estos casos hay que buscar ayuda profesional para facilitar que el niño se adapte a la separación.
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