La competitividad en los espacios laborales es habitual, pues los trabajadores de una organización suelen buscar sobresalir para que su trabajo sea mejor reconocido.
Si bien la competitividad en el trabajo no es cosa extraña, es recomendable canalizarla para que se convierta en un arma que impulse mejoras en la empresa y no genere conflicto entre los trabajadores. En el entorno laboral, es mejor encontrar un equilibrio entre el competir y el colaborar.
Al respecto, la empresa especializada en recursos humanos, Adecco, recomienda tener en cuenta que en los espacios laborales confluyen diversos tipos de personalidades. Existen personas a quienes les encanta competir y que en todo momento encontrarán un motivo para desafiarse a sí mismos y desafiar a los demás. En contraste, hay otras personas que, por su carácter, procuran crear un ámbito laboral más armonioso y establecer vínculos de colaboración con sus compañeros. Lo ideal es poder establecer relaciones que se muevan por el medio de ambas situaciones.
Cuando hablamos de competir no nos referimos necesariamente a establecer rivalidades. La competencia bien entendida ayuda a la auto-superación y a mejorar habilidades y destrezas. Sin embargo, tomada en un sentido extremo, puede generar sentimientos negativos y llevar a la persona a actuar en detrimento de los objetivos del equipo de trabajo.
La clave es entender que siempre puede haber alguien con mejor desempeño que nosotros, pero, en lugar de competir con esa persona o alimentar sentimientos negativos, es mejor considerarla como un modelo a seguir en el aspecto en el que destaque, señala Adecco en su blog. Es bueno recordar que compararse continuamente con otros puede provocar infelicidad y estrés; en cambio, contar con la colaboración de los compañeros y sentirse parte de un equipo que persigue un mismo objetivo, genera sentimientos mucho más positivos de pertenencia y seguridad.
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