El castigo, ya sea físico o no, generan resentimiento y violencia. Lo más indicado es darle al niño la oportunidad de reflexionar sobre su conducta.
El castigo no físico, las prohibiciones y las amenazas son la forma en la que muchos padres esperan que sus hijos modifiquen su mal comportamiento de manera inmediata. Probablemente lo consigan, pero el resultado no será a largo plazo ya que el castigo deteriora el vínculo entre padres e hijos; generan resentimiento, violencia y falta de empatía; debilitan la autoestima y exacerban la ansiedad y el miedo, según el portal Psicología y Mente.
El castigo es la salida que hallan los padres cuando no han marcado los límites a sus hijos, es decir, no les han enseñado qué es lo correcto y lo que no. Los niños pequeños no pueden discernir fácilmente lo que es bueno o malo, por lo que necesitan aprender qué es lo que deben hacer desde muy temprana edad. Si hacen algo inadecuado, en vez de perder los nervios y gritarles, hay que usar un tono de voz suave para explicarles que lo que han hecho nos pone tristes y darles un tiempo para que reflexionen al respecto y cambien por decisión propia.

Los regaños, críticas y comparaciones con otros niños pueden dañar la salud emocional de un niño. Por ello, es aconsejable que los padres respiren unos minutos y eviten hablar en un momento de exasperación a fin de no vulnerar la seguridad y autoestima de sus hijos.
En vez de castigar los actos malos, se debe poner esmero en premiar lo bueno. Es recomendable tratar de ofrecer un tipo de recompensa cuando un hijo haga algo bien sobre todo las primeras veces. El premio no solo deben ser cosas materiales sino una sonrisa, un beso, un abrazo o un cumplido. Así aprenderá a identificar que un comportamiento positivo de su parte tiene efectos positivos en los demás.
Con los hijos adolescentes es más fácil hablar con él sobre los límites en su conducta. Diles con claridad lo que esperas de él, pídele que te haga preguntas si tiene dudas para que no hayan malos entendidos y dale la posibilidad de negociar algunas normas con argumentos sólidos y que beneficien a ambas partes. Si aprende esto a temprana edad, él mismo sabrá determinar cuáles son las consecuencias del incumplimiento de las normas del hogar, sin castigos de por medio.

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