Estudios publicados este lunes concluyen que el astro contiene enormes depósitos de agua salada en debajo de su superficie.
La búsqueda de elementos básicos para la vida en el universo sigue dando frutos. El último de ellos ha sido Ceres, el objeto más grande en el cinturón de asteroides entre las órbitas de Marte y Júpiter, de quien científicos han concluido que posee grandes depósitos de agua salada debajo de su superficie.
A través de distintas publicaciones en la revista Nature, grupos de investigadores han finalizado sus estudios de las imágenes de alta definición de la nave espacial Dawn de la NASA, cuya misión finalizó en octubre de 2018 tras adentrarse hasta a 35 kilómetros de su superficie.
Estas fotografías demostraban que había misteriosas regiones brillantes en el planeta enano, los cuales eran depósitos compuestos de carbonato de sodio, carbono y oxígeno, provenientes de un líquido que se filtró en la superficie y se evaporó. Sin embargo, los científicos no sabían de dónde provenía.
Ahora, con los resultados publicados el 10 de agosto, los estudiosos han hallado que el líquido proviene de un depósito profundo de agua enriquecida con sal, el cual está a 40 kilómetros de profundidad y mantiene cientos de kilómetros de ancho: prácticamente un oceáno.
El equipo analizó imágenes infrarrojas y encontró evidencia de hidrohalita, un material que se encuentra comúnmente en el hielo marino de la Tierra, que nunca se había observado en otro planeta.
Los científicos sospechan que este depósito se formó en el cráter Occator después de que otra roca espacial impactara en el lugar hace unos 20 millones de años. Los científicos creen que después de este impacto, la superficie del cráter se congeló, formando un gran depósito de agua derretida debajo.
“El material encontrado en Ceres es extremadamente importante en términos de astrobiología”, dijo a la AFP Maria Cristina De Sanctis, investigadora del Istituto Nazionale di Astrofisica en Roma, Italia, coautora de uno de los nuevos artículos y miembro del equipo Dawn. “Sabemos que todos estos minerales son esenciales para el surgimiento de la vida”, agregó.
Con estos estudios, se descarta la idea del océano global en la superficie que “no tenía razón de existir y que debería estar congelado a estas alturas”.
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