Tras haber partido el 21 de febrero, la sonda espacial israelí "Beresheet" no logró posarse en la superficie lunar. El proceso demandó una fuerte inversión privada y servirá para difundir la ciencia en Israel.
Malas noticias, la sonda israelí "Beresheet" no logró el alunizaje en el "mar de la Serenidad", el espacio desginado por el programa espacial SpaceIL. Portando el mensaje "Small Country, Big Dreams" (pequeño país, grandes sueños), la unidad de monitoreo perdió el control del dispositivo a pocos kilómetros de distancia. Un fallo en el motor pirincipal provocó un reinicio de sistema que no pudo recuperarse.
Para Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, este intento no debe ser un impedimento para volver a emprender la carrera espacial: "Si a la primera no lo logras, lo intentas otra vez".
El proceso de aterrizaje sufrió algunas fallas cuando el motor principal se apagó y el control de la misión perdió la comunicación. Beresheet iba a ser el primer vehículo lunar de Israel, y habría puesto al país en un club exclusivo que incluye a Estados Unidos, la Unión Soviética y China. La organización sin fines de lucro SpaceIL habría sido el primer grupo privado no gubernamental en establecer un módulo de aterrizaje en la superficie de la luna.
Beresheet se lanzó el 21 de febrero en un cohete SpaceX Falcon 9 y superó una breve falla técnica en el camino. El módulo de aterrizaje fue diseñado para tomar imágenes de sus alrededores y medir el campo magnético de la luna. SpaceIL e Israel Aerospace Industries (IAI) habían colocado una cápsula del tiempo en el módulo de aterrizaje lleno de archivos digitales que cubrían la historia y el patrimonio de Israel. Esa cápsula del tiempo probablemente se perdió junto con la nave espacial. El sueño no llegó a buen término, pero el viaje de Beresheet a la órbita lunar fue un momento importante en la historia del espacio que hizo que la luna se sintiera más al alcance del mundo.
Vale la pena señalar que Beresheet disfrutó de un considerable apoyo gubernamental, pero aún está muy lejos de cualquier otra misión a gran escala dirigida por el gobierno o cualquier inversión privada. Un equipo de 50 personas y un presupuesto de poo más de 100 millones de dólares son pequeños en comparación con proyectos igual de ambiciosos. Lo cierto es que sigue siendo un enorme logro para la aeronáutica israelí.
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