Un estudio concluye que el castigo físico en la infancia puede afectar negativamente el temperamento y comportamiento de los niños hasta su adolescencia.
(Agencia N+1/Hans Huerto). Que el castigo físico tiene serias consecuencias en el desarrollo de los niños es harto conocido y los efectos de cachetadas y nalgadas se ha estudiado ya en investigaciones anteriores en sus asociaciones en el corto plazo, de menos de un año. No obstante, el reciente estudio de la Universidad de Missouri-Columbia, publicado en la revista Developmental Psychology, da cuenta de que la disciplina física durante la infancia puede afectar negativamente el temperamento y el comportamiento de los niños hasta su adolescencia, incluso diez años después del suceso violento. El trabajo ha sido titulado La emotividad y la disciplina negativas como predictores a largo plazo de los resultados conductuales en los niños afroamericanos y europeos-americanos.
"Los estudios a largo plazo sobre los vínculos entre la crianza de los hijos, el temperamento y los comportamientos sociales de los niños han sido limitados, especialmente entre las poblaciones racialmente diversas y de bajos ingresos", dijo Gustavo Carlo, profesor de diversidad de la universidad y director del Centro de Políticas de Familia de la casa de estudios, autor de la investigación. "Nuestros hallazgos demuestran que existen diferencias en los papeles de crianza, temperamento y autorregulación y cómo afectan el desarrollo de un niño".
La indagación. En el estudio, fueron analizados datos de 1.840 madres y niños inscritos en el Proyecto de Investigación y Evaluación Early Head Start, pertenecientes a familias en o por debajo del nivel federal de pobreza e identificadas como americanas o afroamericanas. La información fue recogida cuando los niños tenían aproximadamente 15 meses de edad, 25 y al llegar al quinto grado de educación escolar, lo que en Estados Unidos ocurre cuando cumplen 10 u 11 años. Ello, a través de encuestas a madres y niños, visitas domiciliarias y entrevistas con maestros del quinto grado.
Los niños afroamericanos que experimentaron castigos físicos a los 15 meses, eran más propensos a exhibir comportamientos agresivos y delincuenciales en el quinto grado y menos proclives a comportamientos positivos, como ayudar a otros. No obstante, no se halló ningún vínculo entre el castigo y las emociones negativas en niños blancos, cuyas emociones negativas, como la irritabilidad, sí sirvieron para predecir similares comportamientos negativos. Para ambos grupos, la autorregulación anunció mejores comportamientos más adelante en la vida.
La recomendación. "Es muy importante que los padres se abstengan del castigo físico, ya que puede tener impactos duraderos. Si queremos fomentar comportamientos positivos, los padres deben enseñar a un niño a regular por cuenta propia sus comportamientos desde muy temprano", señala Carlo.
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