El estudio revela que fragmentos tan minúsculos de plásticos pueden permanecer en el aire durante horas o días, lo que aumenta el potencial de dañar el medio marino y, al ascender en la cadena alimentaria, afectar la salud humana.
Pequeñas partículas plásticas son arrastrados a la atmósfera y transportadas por el viento a partes lejanas del océano, incluidas las que parecen preservadas de la contaminación.
Un nuevo estudio en el Instituto de Ciencias Weizmann revela este nuevo aspecto preocupante de los microplásticos, definidos como partículas de menos de 5 mm de diámetro.
El análisis revela que fragmentos tan minúsculos pueden permanecer en el aire durante horas o días, lo que aumenta el potencial de dañar el medio marino y, al ascender en la cadena alimentaria, afectar la salud humana.
"Un puñado de estudios ha encontrado microplásticos en la atmósfera justo encima del agua cerca de las costas", dice en un comunicado la doctora Miri Trainic, autora del estudio. "Pero nos sorprendió encontrar una cantidad no trivial por encima de un agua aparentemente prístina".
Dos equipos de los que forma parte han estado colaborando durante varios años en estudios diseñados para comprender la interfaz entre el océano y el aire. Si bien se ha estudiado bien la forma en que los océanos absorben materiales de la atmósfera, el proceso en la dirección opuesta (la aerosolización, en la que los volátiles, virus, fragmentos de algas y otras partículas se transportan del agua de mar a la atmósfera) se había investigado mucho menos.
Como parte de este esfuerzo continuo, se recolectaron muestras de aerosoles para su estudio en los laboratorios Weizmann durante el recorrido de 2016 del buque de investigación Tara, una goleta en la que varios equipos de investigación internacionales se unen a la vez para estudiar los efectos del cambio climático, principalmente en biodiversidad marina.
Identificar y cuantificar los trozos de microplásticos atrapados en sus muestras de aerosol no fue nada fácil, ya que las partículas resultaron ser difíciles de detectar bajo el microscopio. Para comprender exactamente qué plástico estaba llegando a la atmósfera, el equipo realizó mediciones de espectroscopía Raman para determinar su composición química y tamaño.
Los investigadores detectaron altos niveles de plásticos comunes (poliestireno, polietileno, polipropileno y más) en sus muestras. Luego, calculando la forma y masa de las partículas de microplástico, junto con las direcciones y velocidades promedio del viento sobre los océanos, el equipo demostró que la fuente de estos microplásticos era muy probablemente las bolsas de plástico y otros desechos plásticos que se habían vertido cerca de la costa y llegó al océano a cientos de kilómetros de distancia.
La verificación del agua de mar debajo de los sitios de muestra mostró el mismo tipo de plástico que en el aerosol, lo que respalda la idea de que los microplásticos ingresan a la atmósfera a través de burbujas en la superficie del océano o son recogidos por los vientos y transportados en corrientes de aire a partes remotas del oceano.
"Una vez que los microplásticos están en la atmósfera, se secan y quedan expuestos a la luz ultravioleta y los componentes atmosféricos con los que interactúan químicamente", dice Trainic. "Eso significa que es probable que las partículas que caen al océano sean incluso más dañinas o tóxicas que antes para cualquier vida marina que las ingiera".
(Con información de Europa Press)
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