Los investigadores asumen que el caracol terrestre, recientemente descrita como la especie Cretatortulosa gignens, quedó envuelto en la resina del árbol inmediatamente después del nacimiento de sus crías en el Cretácico.
El cuerpo y el caparazón de una hembra de caracol terrestre ha sido descubierta excepcionalmente bien conservada poco después del nacimiento de su descendencia, que también se conserva en ámbar.
Los caracoles terrestres generalmente se conservan como conchas o huellas de caracoles fosilizados, mientras que la preservación de sus cuerpos blandos es una rareza. Es el caso del nuevo hallazgo datado hace 99 millones de años, tanto del caracol como de su prole.
Junto con colegas de China y Alemania, la doctora Adrienne Jochum del Instituto de Investigación Senckenberg examinó el ámbar usando fotografías de alta resolución e imágenes de micro-tomografía computarizada y pudo revelar el caparazón del caracol, que tiene unos 11 milímetros de alto, y el cuerpo "parecido a un malvavisco" de la madre así como las cinco crías recién nacidas.
"Aparentemente, los caracoles fueron encerrados en la resina del árbol inmediatamente después del nacimiento y preservados en esa posición durante millones de años. La madre caracol debe haber notado su destino inminente y está estirando sus tentáculos hacia arriba en una postura de 'alerta roja'", agrega Jochum en un comunicado.
Información sin precedentes
Aunque se conocen nacimientos vivos en caracoles terrestres, se los considera la excepción. Los investigadores asumen que la especie, recientemente descrita como Cretatortulosa gignens, dio a luz a sus crías con vida para proteger a su descendencia de los depredadores el mayor tiempo posible en los bosques tropicales del Cretácico.
Jochum explica: "Al igual que sus parientes modernos del género Cyclophoroidea, nuestro nuevo descubrimiento probablemente pasó su vida discretamente en hojas muertas y podridas. Suponemos que las crías de esta especie, en comparación con los caracoles ponedores de huevos, eran más pequeños y en menor número para aumentar sus posibilidades de supervivencia ".
Según el estudio, el fósil de una mina de ámbar en el norte de Myanmar ofrece información sin precedentes sobre la ecología y el comportamiento de los caracoles que vivieron hace 99 millones de años.
"Basándonos en el descubrimiento, no solo podemos hacer declaraciones sobre la morfología y paleoecología de los animales, sino que ahora también sabemos que existieron caracoles vivíparos en el período Cretácico", agrega Jochum.
(Con información de Europa Press)
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