Los empleados más jóvenes están más dispuestos a la movilidad (de empresa u ocupación, según las circunstancias), no quieren hacer más de lo que se les pide, valoran un enfoque laboral más colaborativo y les motivan los proyectos ambiciosos.
Las generaciones más antiguas –principalmente los baby boomers y la generación X–, que son las que ocupan actualmente la mayoría de los puestos de mando, tienen una visión del trabajo muy distinta a la de la generación Z y los mileniales.
Hasta hace relativamente poco tiempo, las personas dedicaban su vida a una sola empresa o a una sola actividad profesional, pero esa tendencia está cambiando.
Los empleados más jóvenes están más dispuestos a la movilidad (de empresa u ocupación, según las circunstancias), no quieren hacer más de lo que se les pide, valoran un enfoque laboral más colaborativo y les motivan los proyectos ambiciosos.
Muchos jóvenes prefieren trabajar para startups, más flexibles y prometedoras, en lugar de en una gran empresa. Su condición de nativos digitales les hace más afines a las herramientas de colaboración basadas en la nube y priorizan el uso de dispositivos móviles.
En estos cambios no queda fuera la disyuntiva entre trabajo presencial y trabajo remoto. En otoño de 2023, se estimaba que poco más de una cuarta parte de las jornadas laborales completas en Estados Unidos se estaban realizando desde casa. Las oficinas tienen la mitad de trabajadores que antes de la pandemia. Y ese 50 % de ocupación se concentra, básicamente, en los martes y miércoles, cuando las oficinas están llenas, mientras que los viernes se convierten en oficinas fantasma.
Lo que dicen las encuestas
En lugar de un regreso completo al trabajo presencial, las investigaciones sugieren que la solución óptima puede ser un enfoque híbrido, que combine los beneficios del trabajo remoto con las ventajas de la colaboración cara a cara.
Aunque, de acuerdo a un estudio de LinkedIn, las ofertas de trabajo a distancia resultan más atractivas para los candidatos al puesto, muchas empresas quieren que todos vuelvan a la oficina. Este deseo de volver a la normalidad prepandémica podría tener importantes inconvenientes.
Gallup también realizó un estudio con resultados que merece la pena revisar. Por ejemplo muestra que, en España, mientras que solo el 9 % de los trabajadores se siente comprometido con su trabajo, el 75 % se siente no comprometido y el 16 % se manifiesta activamente desvinculado. En Estados Unidos, 64 % de los empleados buscan un nuevo trabajo por la falta de opciones en remoto.
Finlandia, por otro lado, es diferente. En el país más feliz del mundo, la flexibilidad laboral es clave. Los empleadores en Finlandia se han adaptado a la nueva realidad, ofreciendo un modelo de trabajo híbrido en el que los empleados suelen trabajar 2-3 días a la semana en la oficina y el resto de forma remota. Esto proporciona lo mejor de ambos mundos: la productividad y el enfoque del trabajo remoto, con la colaboración en persona y la socialización del trabajo en la oficina.
Resistencia al cambio
Los empleados quieren flexibilidad y a la empresa le va bien con ella. Varios estudios han demostrado que la productividad no solo se mantiene, sino que aumenta con el trabajo remoto.
Entonces, ¿qué está pasando? ¿Por qué los directivos quieren que su fuerza laboral vuelva a las oficinas? Existen varias teorías que intentan explicar lo que está ocurriendo.
Una sugiere que las empresas que quieren reducir su nómina podrían forzar el regreso presencial. Esto empujaría a muchos empleados a renunciar, o a pedir una reducción de jornada, lo que les ahorraría los costes del despido. Otra estrategia sería dejar al empleado en un modelo híbrido, previa renuncia a sus posibilidades de ascender.
La resistencia al cambio, la subjetividad o la toma de decisiones basada en percepciones y no en datos financieros o científicos pueden ser otra explicación. Los líderes empresariales están acostumbrados a la antigua forma de trabajar. Ver asientos vacíos al pasar por el pasillo de la oficina puede ser sinónimo de crisis para muchos.
Esta incapacidad para adaptarse puede ser perjudicial para la empresa pues genera insatisfacción en los empleados: una variable que afecta directamente a la productividad de los trabajadores y, por consiguiente, a las ganancias del negocio.
Cada empleado es diferente
Un regreso completo al trabajo presencial no parece sencillo. Una consultora norteamericana se encontró con que el 6 % de las compañías analizadas había implantado, desde 2020, al menos cinco programas de vuelta al trabajo presencial sin terminar de alcanzar su objetivo. Mejor un enfoque híbrido y flexible que equilibre los beneficios del trabajo remoto con los de acudir a la oficina.
Algunos trabajadores pueden trabajar mejor en un entorno de oficina, mientras que otros pueden ser más productivos trabajando desde casa. Por ejemplo, un analista financiero, un asesor inmobiliario o un profesor universitario podrían desarrollar su labor de forma híbrida, excepto en el acto docente de impartir clases presenciales.
Aunque la gestión remota pueda ser un desafío, parecen claros los beneficios a largo plazo del modelo híbrido: un buen equilibrio entre el trabajo y la vida personal mejoran la satisfacción laboral, y la productividad, de los empleados.
En lugar de imponer un único método de trabajo, las empresas deberían considerar la posibilidad de ofrecer opciones y mantener la flexibilidad para sus empleados. Al final, lo que está en juego son las ganancias de la empresa.
Andrés Jerónimo Arenas Falótico, Coordinador de Relaciones con Empresas de la Facultad de Economía y Empresas. Profesor e investigador, Universidad Nebrija
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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