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El movimiento y el sueño: obra de arte mayor de Romualdo y de Garrido Lecca

Alejandro Romualdo.
Alejandro Romualdo. | Fuente: Andina

Este año se conmemoran cincuenta años de la publicación de “El movimiento y el sueño” de Alejandro Romualdo, que fue transformado en oratorio sinfónico por el compositor Celso Garrido Lecca. La colaboración entre ambos artistas peruanos, nos brindó una obra que podría ser una de las cumbres del repertorio contemporáneo.

Alejandro Romualdo (1926-2008), inició su camino literario más experimental una vez que tomó la decisión de superar el coloquialismo castizo de “Edición Extraordinaria” (1959), optando por la innovación formal en “Como Dios manda” (1967). Luego, siguiendo esa línea, empezó a darle cuerpo a “El Movimiento y el Sueño” (1971), centrándose en la disposición espacial de la escritura, explorada germinalmente en su obra anterior. Todo ello, en un juego de contrapuntos discursivos aleatorios, al modo musical “estocástico”, como lo había concebido el arquitecto y compositor griego, Iannis Xenakis (1922- 2001). Romualdo admiraba a Xenakis. En Paris, había escuchado a Pierre Boulez dirigir las obras más célebres de Xenakis: “Metástasis” y “Pithoprakta”. Y quedó marcado con las posibilidades estocásticas.

No sabemos en qué momento, Celso Garrido Lecca (N. 1927), se conoció con Romualdo. El músico piurano había compuesto, por aquellos años, piezas centrales de su repertorio como “Intihuatana” y “Estudio N. 1”.  Y parece claro que ambos estaban conversando, abiertamente, sobre el proyecto de transformar “El Movimiento y el Sueño” en un oratorio secular de grandes dimensiones, donde lo humano - terrestre y celeste- se articula desde el “polvo lunar y el polvo terráqueo”. Nuestra especie ha conquistado al espacio. Los nuevos trabajadores, astronautas y cosmonautas, ven a la tierra, cosmopolita, resplandecer a lo distancia. Pero, ahí abajo, reina la necesidad y sus manifestaciones. Romualdo y Garrido Lecca no ocultan su filiación ideológica de aquellos años. Al fin y al cabo, las grandes obras de arte tienen pretensiones utópicas. “Han sido creadas, con la mirada en lo alto del cielo/ y el libro de la sabiduría en la mano”. Como escribió Romualdo en “La extensión de la palabra” (1974). Ernesto Guevara y Neil Angstrom son el movimiento de distintos sueños.

La versión sinfónico- coral de “El movimiento y el Sueño”, fue estrenada en 1972. Con el mismo Romualdo leyendo el poema en el Teatro Municipal. Luego, tras volver a Chile, Garrido Lecca desechó la partitura original, volviéndola a reescribir en 1983. La versión de 1983 ganó el Premio de Composición de Popular y Porvenir de aquel año. Pero, por miedos ideológicos, no se grabó ni se volvió a interpretar. Hasta que, en el 2016, la Orquesta Sinfónica Nacional, junto al Coro Nacional, reestrenó y logró, finalmente, una grabación digna, intensa y poderosa, gracias a la dirección del maestro Fernando Valcárcel y a la lectura poética de Luis Peirano y Alberto Isola.

Celso Garrido Lecca ha dicho que esta obra es su mayor composición musical. Y, el mismo Romualdo, confesó que el largo poema fue, acaso, su mayor esfuerzo creativo. Al extremo que, después del siguiente libro, “En la extensión de la palabra” (1974), Romualdo no publicó nada más hasta el sorprendente “Ni pan ni circo” de 2006. Es que los grandes esfuerzos de innovación estética requieren un grado de conocimiento que no es fácil de dominar.  

“El movimiento y el Sueño”, es una gran colaboración entre poesía y música. Sigue la importante tradición de reuniones artísticas como la que Beethoven desarrolló con “Una oda a la alegría” de Schiller; Mahler con “Luz prístina” de Klopstock o el “Himno de la noche” de Nietzsche o Shostakovich musicalizando a García Lorca y a Rilke. Pero no solo es una feliz reunión. Lo logrado por Garrido Lecca, inspirado por Romualdo, puede estar al nivel de grandes obras de la segunda mitad del siglo XX, como el “Réquiem” (1965) de Ligeti, “Répons” (1981) de Boulez, “Sinfonía para 8 voces amplificadas” (1969) de Berio, “El mito de Er” (1977) de Iannis Xenakis o “Tabula Rasa” (1977) de Arvo Pärt.  

Como obra integral, “El movimiento y el Sueño”, es uno de los hitos notables de la cultura peruana. Pues es producto de nuestra propia evolución artística, en diálogo simétrico con la modernidad y sin complejos de inferioridad. Romualdo y Garrido Lecca hablan de “tú a tú” con occidente, dando lecciones de real maestría. No es de extrañarnos. Pues nuestra cultura tiene la ventaja de tener un pie en el mundo, como decía César Vallejo: “Perú al pie del orbe; ¡yo me adhiero!”.

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