Como confiesa el escritor en una entrevista del año 2004, después de años de vivir en Inglaterra, su aspecto físico aún provoca rechazo y no puede evitar sentirse “extraño” ante las miradas insultantes de transeúntes que no le conocen de nada.
Corre el año 1963 y Rashid, un joven procedente de la isla de Zanzíbar, llega a Londres, metrópolis colonial por excelencia, movido por un sueño: estudiar en una universidad inglesa que le permita adentrarse en los vericuetos de una literatura inglesa forjada en unos cimientos imperialistas inquebrantables. Su intención es adquirir conocimiento para retornar a su tierra e iniciar así una nueva vida en un país nuevo, no en vano Zanzíbar ha logrado independizarse del Reino Unido.
Pero sus planes se tambalean al poco de pisar tierra inglesa: tras once meses de independencia, Zanzíbar se ve envuelto en una de las más sangrientas revoluciones de la historia reciente de África y Rashid, instigado por su padre que intuye el duro porvenir de la isla, toma la terrible decisión de quedarse en Inglaterra.
Y digo “terrible” porque en este instante Rashid, como él mismo percibe, se convierte en un exiliado. En una novela anclada en el siglo XIX, diríamos que contemplamos el preciso instante en que el protagonista “crece” emocionalmente y racionalmente, en otras palabras, el joven Rashid se transforma en adulto. Pero la novela que da vida a Rashid no es una novela a la antigua usanza, sino que debe situarse en las aguas turbulentas de un mundo poscolonial que, como el mismo título de la novela indica, Desertion (Deserción), está plagado de abandonos, ausencias y traiciones.
Desertion, publicada en el año 2005, es un intento fallido de novela histórica, puesto que la historia que Rashid cuenta no tiene cabida en los anales del imperio británico. Desde la experiencia desgarradora del exilio, Rashid desvela el romance prohibido entre Martin Pearce, inglés, y Rehana, una historia de amor que se desarrolla a finales del siglo XIX y que ataca, de forma contundente, la creencia imperialista sobre la inexistencia de relaciones interraciales “serias”.
Premio Nobel de Literatura 2021
¿Por qué iniciar este artículo sobre Abdulrazak Gurnah, flamante –e inesperado– ganador del Premio Nobel de Literatura 2021, con el protagonista de una de sus novelas más elegantes, más espléndidamente bellas?
Creo firmemente que hay mucho de Gurnah en Rashid. Abdulrazak Gurnah nació en Zanzíbar en el año 1948 y abandonó su Zanzíbar natal junto con su hermano cuando solo tenía 17 años. También como Gurnah, profesor retirado de la Universidad de Kent, Rashid acaba trabajando de profesor de literatura poscolonial en una universidad inglesa.
A menudo he especulado sobre el paralelismo de sus personajes exiliados con su vida, ya que ningún otro autor que yo conozca ha conseguido captar con tanta pulcritud afectiva lo que significa estar lejos de los tuyos y haber de afrontar día tras día el desdén constante de un mundo occidental que se estima superior.
El exilio en sus personajes
Como confiesa el escritor en una entrevista del año 2004, después de años de vivir en Inglaterra, su aspecto físico aún provoca rechazo y no puede evitar sentirse “extraño” ante las miradas insultantes de transeúntes que no le conocen de nada. Este es, sin duda, el sentimiento que lleva a Latif Mahmud, uno de los protagonistas de By the Sea (En la orilla), y por cierto también profesor universitario, a iniciar una larga diatriba sobre el significado de “grinning blackamoor” (moro sonriente), después de ser insultado con este término en la calle.
Los exilios de Rashid y Latif Mahmud se unen a los de Saleh Omar, el otro protagonista de By the Sea (2001), Hassan en Memory of Departure (1987), Daud en Pilgrim’s Way (1988), Dottie Balfour en la novela de su mismo nombre, Dottie (1990), el narrador sin nombre de Admiring Silence / Precario silencio (1996), Abbas en The Last Gift (2011) y Salim en Gravel Heart (2017).
La obra de Gurnah debe ubicarse dentro de la geografía marcada por el contorno del océano Índico. Definir a Gurnah como un autor tanzano es minimizar la esencia cosmopolita de un litoral indoceánico que se distingue precisamente por su fluidez y su animadversión a fronteras nacionales. Siguiendo la ruta delineada por la lengua franca del África oriental, suajili, los textos en inglés de Gurnah navegan por la historia de esta zona geográfica mostrando un mundo fascinante que, envuelto en una narración apasionante, descubre y denuncia la presencia endémica de la esclavitud.
El mundo ficticio de Gurnah
Esta es la historia de Yusuf, que a los doce años de edad es vendido por sus padres a un rico mercader al que llama “Uncle Aziz” (tío Aziz). De la mano del tío Aziz, Yusuf es introducido en el negocio de la venta de seres humanos. El viaje desde la costa al interior que emprende Yusuf como miembro de la expedición liderada por el tío Aziz nos ofrece un testimonio detallado y doloroso, a la par que conmovedor, de pura supervivencia.
El “paraíso” del título de la novela –Paradise (Paraíso)−, que acoge la historia de Yusuf, es un espejismo ininterrumpido de los anhelos de un joven africano que quiere ser libre y feliz. La aventura de Yusuf termina abruptamente con la llegada del ejército alemán que se prepara para la Primera Guerra Mundial. Debemos recordar aquí algo que la historia frecuentemente obvia y que la ficción de Gurnah insistentemente subraya, es decir, el hecho de que el África oriental fue campo de batalla durante la Primera Guerra Mundial y que numerosos africanos perdieron la vida en una guerra que, sinceramente, poco tenía que ver con ellos.
Paradise, publicada en 1994, fue nominada en ese mismo año para el prestigioso premio Booker Prize, sin duda el premio literario más representativo otorgado en el Reino Unido.
Sin embargo, el personaje no desaparece del mundo ficticio de Gurnah ya que lo recupera en su novela más reciente, Afterlives, publicada en 2020, en la que tenemos acceso a la vida de Yusuf, rebautizado como Hamza, posteriormente a haberse alistado al ejército alemán.
La presencia de los mismos personajes en varias novelas es un signo distintivo de Gurnah, lo cual contribuye a crear una red literaria que nos traslada al mundo imaginario de Las mil y una noches, emblemático texto indoceánico que es, además, citado reiteradamente en su obra.
Así pues, imbuida por el espíritu indoceánico que se desprende de la obra de Gurnah, tal cual Scherezade, me dispongo a concluir este artículo con la convicción más absoluta de que la experiencia vital de Gurnah en su proyección más humanitaria prevalece en su obra dotándola de una sensibilidad estética que bien merece el premio literario más importante del mundo.
Esther Pujolràs Noguer, Profesora Serra-Húnter en Literatura Poscolonial , Universitat de Lleida
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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