Portugal, país invitado en la FIL Lima 2022, tendrá un pabellón dedicado a Fernando Pessoa y Luís de Camões. El país europeo tiene una de las literaturas más ricas de su continente a la que vale mucho la pena acercarse. Repasamos algunos nombres claves en esta breve historia de la literatura lusitana.
El mar, los viajes y los mitos podrían ser las tres columnas que sostienen esa enorme construcción que es la literatura portuguesa. Podrían serlo, pero lo cierto es que otras temáticas también marcan los versos y las narraciones que han tejido a lo largo de su historia los autores nacidos en el país invitado a la Feria Internacional del Libro de Lima (FIL Lima 2022), que inicia el viernes 22 de julio y trae una comitiva de escritores y escritoras lusos, entre los que resaltan José Luís Peixoto, Adélia Carvalho, Alfonso Cruz, Ana Filomena Amaral y varios más.
Aun así, abunda en la literatura portuguesa páginas que se ocupan de navegaciones alrededor del Atlántico y otros océanos, así como alusiones simbólicas a sus avatares sociales y políticos. Al escritor y catedrático portugués Luís Novais, por ejemplo, le resulta curioso que la obra más antigua escrita en el territorio de su país sea una crónica de viaje que data del siglo IV, cuando Portugal aún formaba parte del Imperio Romano. "Probablemente la escribió alguien de la aristocracia romanizada, que vivió en la ciudad de Braga, en el norte, y que hizo un viaje a la Tierra Santa", dijo a RPP Noticias.
Por otro lado, de entrada valdría aclarar que si bien Portugal y España comparten la península ibérica, podría ser arriesgado tratar de combinar sus raíces al rastrear los orígenes de sus literaturas. Como precisó la escritora y gestora cultural Julia Wong: "Son mundos totalmente distintos, tanto lingüística como fonéticamente. En algún momento fueron [lenguas] influenciadas por el latín. Pero sería un peligro decir que todas las lenguas que proceden del latín son iguales". La lusofonía, sostuvo la especialista, es muy diferente a lo hispano, pese a tener algunas cosas en común por ser países fronterizos.
Patria de narradores, pero sobre todo de grandes poetas como Fernando Pessoa y Luís de Camões —a quienes la FIL Lima 2022 les tiene preparado un pabellón especial—, la historia de la literatura portuguesa es concomitante a la de su país, según indicó Novais, con procesos muy similares a los de otros pueblos europeos, también signados por el ascenso y la caída de su monarquías, las ambiciones de expansión más allá de sus fronteras y la creación de sus propias mitologías.
De las cortes al súper mito
A lo largo de su historia, la literatura portuguesa ha tenido un diálogo constante con su monarquía. Tuvieron más de un rey que se dedicó al arte de componer versos, como lo fue Alfonso III, que ocupó el trono de Portugal entre 1248 y 1279, y tenía la afición de crear cantigas (poesías cantadas), y también Dionisio I, que reinó en el siglo XIII durante más de 40 años y en su pasión por la trova introdujo la lengua portuguesa en la corte —según Novais— al mismo tiempo que inició un "proceso de descentralización". "El rey buscaba hacer un balance entre la aristocracia feudal y la burguesía", señaló.
"El rey empieza a escribir en portugués en un momento en que todos los documentos eran escritos en latín. La lengua portuguesa es la que el pueblo puede entender. La literatura en esta lengua comienza a desarrollarse a partir de ahí. Y en ese periodo surgen los géneros líricos e históricos, los 'cronicones' escritos por la aristocracia que se apropia de la narrativa histórica y la construye según sus intereses", apuntó el especialista. Esas crónicas se multiplicarían en los años siguientes, cuando Portugal, en su intento por dejar de ser un país periférico, inicia sus aventuras marítimas de expansión hacia el África.
Entre los siglos XIV y XVI, que corresponden al Renacimiento, el país ibérico intentaba controlar el comercio en Oriente, pero lidiaba con dificultades: pocos marineros querían hacerse a la mar por miedo a los monstruos que supuestamente habitaban en las aguas y su afán expansionista carecía de legitimidad. Como respuesta, declaró Novais, "la corona hará lo que no había hecho: adueñarse de la narrativa histórica, construyendo un súper mito", a fin de que los hombres se sintieran motivados de subirse a las naves con la fe puesta en su religión y su nación.
El súper mito fue finalmente recogido por el padre jesuita António Vieira en su libro "Historia del Futuro". En sus páginas, se narra la aparición de Cristo ante el príncipe Afonso Henriques en el siglo XI, previo a una batalla contra los moros. El hijo de Dios le garantiza al futuro monarca su victoria y le encomienda propagar su nombre al resto de naciones, con lo cual forjaría un Quinto Imperio, que sería el sucesor de los egipcios, asirios, persas y romanos. Una utopía que había germinado un siglo antes con la creencia mesiánica del regreso del rey Sebastián (el sebastianismo), quien fundaría un nuevo reino.
Otra obra imprescindible de la época renacentista, fruto de las crónicas de viaje y los relatos clásicos, fue "Os Lusíadas", el poema épico escrito por Luís de Camões que cuenta las aventuras de los portugueses por los mares orientales, liderados por el navegante Vasco de Gama. A lo largo de diez cantos, esta epopeya narra las luchas del pueblo luso contra los musulmanes mediante una travesía que abarca desde el océano Índico hasta las costas de países africanos, como Cabo Verde, Sierra Leona, el Congo, Mozambique, entre otros.
De la Ilustración al realismo del siglo XIX
Si el siglo XVII fue el del género epistolar, la biografía y la historia, el XVIII significó la entronización de las Arcadias, también conocidas como Academias, dentro de las cuales se desarrollaron escritores influyentes como Domingos dos Reis Quita, Manuel María Barbosa du Bocage y Curvo Semedo. Eran los años de la Ilustración en el que las monarquías absolutas entran en crisis. Portugal, a decir de Novais, se mantuvo de espaldas a este contexto y cosechó una imagen negativa en el resto de Europa.
Entrado el siglo XIX, las invasiones napoleónicas empujan a que el rey luso Don João VI se traslade con toda su corte a su colonia más poderosa: Brasil. En medio de este agitado clima político y económico, surgió una generación de escritores que buscaron renovar las letras nacionales, como el poeta Almeida Garrett, fuertemente influenciado por el romanticismo inglés y francés, y Antero de Quental, cuya impronta revolucionaria modernizó la poesía portuguesa.
"El siglo XIX es difícil para Portugal, se retrasa, y nace una generación literaria a la cual no le gusta el pasado", sintetizó Novais. "Una generación que después, en la última década del siglo, se va a reconciliar con el país, y escritores como José Maria Eça De Queiroz van a escribir obras de acercamiento", añadió. Con novelas de corte realista, como "El crimen del padre Amaro", "Los Maira", "La ilustre casa de Ramires", entre otras, De Queiroz quizás fue el más destacado autor de aquel periodo.
Más allá de Fernando Pessoa
Para el especialista, la culminación de este camino de desencanto con la historia y cruce con el súper mito portugués, desembocará en un libro clave para la literatura portuguesa: "Mensaje", el poemario que Fernando Pessoa publicó ya en el siglo XX, en 1934. Inventor de más de 100 voces poéticas (o heterónimos), entre los que resaltan especialmente cuatro —Bernardo Soares, Alberto Caiero, Álvaro de Campos y Ricardo Reis—, el vate lisboeta internacionalizó Portugal, según Julia Wong.
Tal vez no tan fundamental como Pessoa, pero igual de importante para las letras lusas, fue el poeta Mário de Sá-Carneiro, quien además compartió espacio con el autor de "El libro del desasosiego" en la revista modernista "Orpheu" que apenas llegó a tener dos números. Otras publicaciones, como la vanguardista "Presença" y la neorralista "Nuevo Cancionero", estimularon la formación de nuevas generaciones de letraheridos.
La dictadura que asoló a Portugal en los años 70 despertó la inventiva en jóvenes poetas como María Isabel Barreno, Maria Velho da Costa y Maria Teresa Horta, que publicaron libros de prosa y verso con un fuerte contenido feminista y erótico. Y también en el mismo periodo brotó la figura de Sophia de Mello Breyner, cuya poesía contenida, de factura sintética, alumbró una obra prolífica y rica en la literatura portuguesa.
Otros nombres también a destacar son los de António Lobo Antunes, cuyos libros exploran la crueldad, la muerte, la sinrazón y la violencia, y José Saramago. Este último, dueño de una narrativa portentosa con títulos como "Memorial del convento", "El año de la muerte de Ricardo Reis", "El evangelio según Jesucristo", "Ensayo sobre la ceguera", entre tantos más, llevó el nombre de Portugal a la marquesina extranjera cuando ganó el Premio Nobel de Literatura en 1998.
Pero todavía hay más autores por conocer. Entre los contemporáneos, ahí están, por ejemplo, las obras de Lídia Jorge, Dulce María Cardoso, Ana Luisa Amaral, Gonçalo M. Tavares, José Luís Peixoto o Afonso Reis Cabral. De muchos de ellos podrá oírse a lo largo de la Feria Internacional del Libro de Lima 2022. Toca tomar nota.
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