El técnico alemán perseveró y desde su último gran traspié en los Mundiales en Sudáfrica 2010 supo reponerse para ser el nuevo Campeón del Mundo.
Después de una década de diseño, de morir en la orilla al borde de los títulos y de formar a una generación de futbolistas talentosos, el entrenador de Alemania, Joachim Löw, consiguió por fin cerrar por completo un torneo con el que consagrarse definitivamente en la elite del fútbol mundial.
Desde 1996, cuando Alemania consiguió su último gran título en la Eurocopa de Inglaterra, la "Mannschaft" no había ganado nada. Sumaba un recorrido de 18 años por el desierto de los trofeos, viendo levantar a otros los campeonatos más importantes del planeta. Generaciones de futbolistas iban pasando y todas se quedaban en el limite del éxito.
Esta gesta comenzó en 2004 con la llegada al banquillo de Jurgen Klinsmann, que se trajo como ayudante a Joachim Löw. Ese año fue el inicio de un trabajo de diez años que ha culminado en Brasil con una victoria en la final del Mundial frente a Argentina.
Todo lo que tocó Löw casi lo convirtió en oro. Primero, como ayudante, alcanzó las semifinales en elMundial de Alemania. Italia fue el muro que no pudo atravesar. Klinsmann dejó el cargo y él le sustituyó, para afrontar su gran torneo en 2008, cuando llegó a la final de la Eurocopa. Esta vez España fue su verdugo.
En 2010, en el Mundial de Sudáfrica, otras semifinales. Y, de nuevo, se cruzó España en el camino. Fue la única capaz de frenar a un equipo que había arrasado hasta que se cruzó con el combinado de Vicente Del Bosque. Sin embargo, Löw, que cuando llegó al cargo en 2006 firmó un contrato de dos años, siguió insistiendo. Nunca dejó de intentarlo hasta que lo consiguió.
La fórmula por fin ha tenido éxito. Ha sido a la quinta intentona. Alemania ha necesitado cinco grandes torneos para concretar un trabajo de años dirigido por un hombre que jamás dejó de creer en él.
Por sus manos han pasado futbolistas que ahora atesoran juventud como Thomas Müller, Toni Kroos, Mesut Özil, Sammi Kherida, Mario Goetze, Mats Hummels o Manuel Neuer, que forman parte de dos generaciones que Löw ha combinado con la veteranía de Miroslav Klose y de sus dos escuderos incombustibles Lahm y Schweinteiger.
Sin embargo, jamás se rindió. Esa palabra no existía en un grupo que siempre creyó en el estilo de su entrenador. Löw, por cabezonería, consiguió triunfar. La suya fue la victoria de la insistencia que se llevó toda una generación. El remate de Goetze, el Iniesta de Alemania, fue el gol de todo un país unido en una idea.
EFE