Los vendedores no perdieron la ocasión de hacer negocio fuera del estadio e improvisaron ´guarderías´ de correas. Aquí te dejamos la curiosa historia de este negocio.
Arequipa era un horno. Al agobiante sol de mediodía se sumaba la impaciencia de los hinchas que hacían largas colas desde tempranas horas para poder ingresar al estadio Monumental de la UNSA a ver el Melgar-Universitario.Pero hubo algunas personas a las que el partido no les causó mucha inquietud, el negocio y conseguir unos soles más era la consigna del día en medio de un partido que prometía.
Apostados a los lados de las anchas calles arequipeñas aledañas al Monumental, los vendedores exponían carteles hechos con maderas vetustas o con papeles que brillaban junto a los rayos de sol que caían sobre ellos. Las pinturas apenas legibles dejaban expuestos los mensajes: "Se guardan correas, mochilas, sombrillas...con garantía"; el nicho de mercado estaba listo para ser explotado.
La transacción era sencilla: uno o dos soles para guardar una correa que sería devuelta a la salida cuando el encuentro haya terminado. Serpenteaban entre la maraña de fierros los cueros cuarteados y las hebillas sueltas de los cinturones que los espectadores iban dejando al encargado que llenaba los bolsillos con las monedas que le daban.
A la vuelta había que volver por el mismo lugar y bajo el mismo sol inclemente a recoger las correas. El dueño pedía que sacara la suya pero algunos ya no encontraban las que inicialmente habían dejado. Claro, los primeros llegaban y sacaban una al azar y sin más se iban. Otros, que habían entrado con buzo, pedían una y otra pese a que jamás las tuvieron. Al final, las que sobraban eran rematadas al mejor postor, a dos, tres hasta cinco soles. Así, al final de la jornada los únicos ganadores fueron los comerciantes que se llevaron una buena cantidad de dinero en un negocio que les resultó redondo.
Cosas del fútbol en el Perú.
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