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Hajime Moriyasu, el entrenador de Japón que saldó una deuda en Qatar 2022

Hajime Moriyasu celebra con Takumi Minamino tras la victoria de Japón.
Hajime Moriyasu celebra con Takumi Minamino tras la victoria de Japón. | Fuente: AFP or licensors | Fotógrafo: ANNE-CHRISTINE POUJOULAT

Hajime Moriyasu, DT de Japón, regresó a donde vivió el momento más triste de su carrera, para darle a su país el mejor logro deportivo de su historia. 

En los Supercampeones, Oliver Atom es el héroe del partido ante Irak. Marca, en los descuentos, el gol que le da a Japón la clasificación al Mundial de 1998. El primero de su historia. Antes de que el '10' la mande a guardar, y poco después de una atajada de Benji Price, el relator -cuyo doblaje era hecho por el mexicano Miguel Ángel del Hoyo- recuerda lo que pasó en las clasificatorias previas. "Es un deja vú del partido en Qatar", dice, como presagiando una nueva eliminación. Pero no. Eso no sucederá. Esta vez, los nipones, cobrarán revancha, porque es ficción. Ficción que se creó para, de alguna manera, sanar la herida de Moriyasu y compañía. 

En la vida real, Japón sí tuvo su primera participación mundialista en Francia 98, pero el pase no fue así. Ganó en tiempo suplementario, con gol de Masayuki Okano a los 118', pero hay un pequeño detalle que separa la realidad de la ficción: el rival fue Irán. Con Irak, el contrincante del dibujo animado, no logró quitarse la espina de lo que pasó cuatro años antes, en la llamada Tragedia de Doha. 

Ese jueves 28 de octubre de 1993, en Qatar, se definían a los últimos invitados a la máxima fiesta del fútbol, que se realizaría, meses después, en Estados Unidos 1994. Eran tres los partidos que se jugaban en simultáneo. En el Al-Ahli, Japón dependía de sí mismo. Pese los triunfos de Corea del Sur y Arabia Saudita, le bastaba ganar para hacer historia. Y, a solo segundos del final, cumplía la tarea a la perfección. En los otros estadios, los duelos ya habían culminado. Los triunfos de Corea del Sur y Arabia Saudita metían algo de presión, pero el 2-1 era suficiente para ser mundialista. 

Justo cuando el partido entró en tiempo de descuentos, el juez suizo Serge Muhmenthaler cobró un tiro de esquina a favor del elenco iraquí. En el arco de Japón no estaba el arquero de los Supercampeones, pero sí Shigetatsu Matsunaga, habitual titular en la Copa Asiática que, un año antes, había conseguido el equipo dirigido por el neerlandés Hans Ooft. Sin embargo, de nada sirvió la experiencia cuando, tras el centro de derecha, un cabezazo de Jaffar Omran Salman al palo derecho de la portería puso el 2-2. Y sonó el pitazo final. 

Con ese empate, no solo quedaba fuera del Mundial el 'Equipo del Sol Naciente', sino que la plaza era para Corea del Sur, uno de sus más clásicos rivales. Matsunaga, aún de pie debajo de su arco, se agachó, recogió el balón y le metió un puntazo, en clara señal de bronca. En las tribunas, los presentes no dejaban ver sus rostros. Los tapaban, como intentando esconder el llanto desconsolado. En las canchas, algunos japoneses estaban tendidos en el campo. Otros solo se tomaron la cabeza, dejando caer las lágrimas que, hasta poquito antes, debían ser de orgullo y no de decepción. Uno de ellos, uno de los que vivía la Tragedia de Doha, era Hayime Moriyasu, actual entrenador de Japón.

¿Quién es Hayime Moriyasu?

'Poichi' nació en agosto de 1964. En el colegio empezó su gusto por la pelota, pero fue recién en 1987 que Mazda -hoy Sanfrecce Hiroshima-, de la liga de Japón, se convirtió en su primer equipo, gracias a la aprobación del neerlandés Hans Ooft, quien luego dirigiría a la selección. Sería él mismo el técnico que, en 1992, lo convocó por primera vez a defender lo colores de su país. Lo hizo, en total, en 35 partidos hasta 1996. 

Mientras tanto, pasó una prueba en el Manchester United y, aunque nunca dejó su patria, lo que sí hizo fue cambiar de camiseta: vistió también las del Kyoto Purple Sanga y Vegalta Sendai. Poco antes de llegar a este último club, en el año 2002, se le ofreció dirigir a su primer equipo, el Hiroshima -ex Mazda-, pero su respuesta fue clara: todaviía quería seguir jugando. 

Lo hizo, pero por poco tiempo más. A su seleccionado ya no era convocado y en clubes tenía poca continuidad. Así, puso punto final a su etapa como futbolista y, desde 2004, empezó a prepararse para el que, años después, sería el reto de su vida: saldar la deuda personal y disputar un Mundial. Si no lo hizo como jugador, lo haría como director técnico. Y lo haría bien. 

Empezó como ayudante de campo del Sanfrecce Hiroshima en 2004 y, poco después, fue parte de los trabajos de la selección juvenil japonesa en el Campeonato sub19 de la AFC 2006 y el Mundial sub 20 2007. Casi de inmediato, se convirtió en segundo entrenador del primer equipo de Hiroshima, cargo en el que permanecería hasta 2009, cuando asumió el mando del Albirex Niigata.

Todos vuelven, dicen, y, al menos, en el caso de Moriyasu casi siempre aplicó. En 2012 debutó como entrenador principal del Hiroshima y nadie lo sacó del cargo hasta que, por mutuo acuerdo y debido a los malos resultados, dejó la institución en 2017, con tres títulos de J. League y Supercopa de Japón. Además, fue nombrado el mejor entrenador del futbol nipón en tres oportunidades. En todo momento, vivió de lejos las clasificaciones a los mundiales consecutivos desde Francia 1998, cuando él ya no defendía sus colores. En 2017, esa distancia se acortó: lo contrataron para dirigir a la Sub 23 de Japón en los Juegos Olímpicos Tokio 2020 y, poco después, tras la eliminación de la absoluta en Rusia 2018 -donde fue el asistente de Akira Nishino- llegó la llamada ganadora. Por supuesto, aceptó el reto.  

Moriyasu, con 48 años, fue anunciado como nuevo entrenador de Japón en 2018.
Moriyasu, con 48 años, fue anunciado como nuevo entrenador de Japón en 2018. | Fuente: JFA

La revancha en Qatar

“Doha es un lugar de frustración y tristeza para mí", dijo días atrás, ya con 54 años. Hayime Moriyasu no iba a la capital de Qatar desde la Tragedia, pero tampoco buscaba venganza. Al menos eso es lo que declaró a la prensa. Para sí mismo, seguramente, conseguir la hazaña ante Alemania podía marcar el cierre de un capítulo largo y doloroso.

El solo hecho de pararse al borde del campo del Internacional Khalifa ya significaría sanar la herida, porque lo había conseguido: era mundialista. No como jugador, pero sí como entrenador. Sin embargo, el cómo también importaba, y al frente tenía a la poderosa Alemania de Hans Flick, la segunda selección con más mundiales ganados, solo después de Brasil. 

"Alemania es un modelo a seguir para nosotros, eso nunca ha cambiado. Japón, por otro lado, todavía se está desarrollando. Mañana verán la alineación. Intentaremos ganar y, para ganar, hemos elegido una alineaciócon la que creemos que tenemos opciones", dijo a horas del debut en el Mundial. 

Con camisa blanca, corbata azul, chaleco, saco, pantalón y zapatos negros, 'Poichi' se mantuvo siempre atento a cada movimiento. Planificó el partido antes y durante. Apostó por un equipo que presione en propio campo, que corte líneas de pases, que no se desespere por no tener el balón. Y el plan funcionaba, hasta que, de penal, Ilkay Gundogan puso en ventaja a los favoritos. Entonces, llegó el momento de replantear la propuesta. Si se quiere cambio, hay que andar distinto. 

En la segunda parte, los 'nipones' cambiaron el 4-4-2 por un 5-2-3. Por las bandas, con los laterales volantes, no solo se cubrían los desbordes por las bandas, sino que además les permitía ensanchar el campo cuando el equipo se proyectara en ataque, teniendo, ahora, un '9' de referencia. Había que arriesgar. Los dos goles de Japón llegaron de la banca, por intermedio de Ritsu Doan y Takuma Asano, pero fue el equipo en conjunto el que logró dominar a la bestia. El arquero Shuichi Gonda fue también figura, tras controlar nueve remates directos. 

Tras el pitazo final, algunos futbolistas japoneses se dejaron caer en el campo, pero sin lágrimas. Al menos sin las de decepción. Los que esperaban al borde, con chaleco puesto, invadieron como si fuesen campeones del mundo. 'Piochi', con tranquilidad, sintió que la misión estaba cumplida. "Nos acercamos a los mejores. Estamos mostrando la capacidad del fútbol asiático. No bajamos los brazos nunca. El grupo está muy abierto y todo es posible", dijo luego del partido.

La hazaña de Japón no quedó ahí. Aunque cayó ante Costa Rica, ganó 2-1 a la España de Luis Enrique, triunfo que le permitió sumar seis puntos y clasificar a octavos de final como líder de su grupo, superando a dos campeonas del mundo y dejando fuera a la 'Maquinaria'.

Todos vuelven, dicen, y Hayime Moriyasi volvió a donde vivió el peor momento de su carrera para vivir el más grande logro en la historia del deporte nacional. Porque no clasificó a Japón a un primer Mundial, pero sí logró, en su primera Copa del Mundo como entrenador, lograr lo que parecía imposible: ganarle a lo favoritos, hacer que crean en su idea y dejar de ser villano. En los Supercampeones, Oliver Atom es el héroe. En la vida real, lo es él.

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Andrea Closa

Andrea Closa Periodista - Conductora y reportera

Licenciada en Ciencias de la Comunicación, con especialización en periodismo. Más de 10 años de experiencia profesional en el rubro deportivo.

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