La hazaña de Bélgica en la Copa del Mundo no es fruto de la casualidad, sino de un trabajo planificado y sostenido en el tiempo. Una campaña que también sirve para unir a un país algo fragmentado.
Si hay un equipo sorpresa en Rusia 2018 ese es Bélgica. Sorpresa para el mundo que contempla cómo un equipo de 'segundo orden' en Europa se mete a instancias decisivas del máximo torneo de selecciones. Sin embargo, para los belgas se trata del mejor premio a un proyecto deportivo que empezó hace más de una década y que demostró que con trabajo, planificación y respaldo dirigencial se pueden lograr muchas cosas en el fútbol.
La aleccionadora historia del "proyecto Bélgica" lo cuenta el periodista Juli Giacobbe en Twitter. Todo comenzó el 19 de junio del 2000 con una amarga derrota. Aquel día los 'Diablos Rojos’ cayeron derrotados 2-0 ante Turquía por la fase de grupos de la Eurocopa, un resultado que marcó su eliminación del torneo del que eran anfitriones junto a Holanda.
En las tribunas del King Baudouin Stadium de Bruselas se encontraba Michael Sablon, uno de los principales protagonistas del éxito belga. Él era un hombre de fútbol que había formado parte del comando técnico de Bélgica en los Mundiales del 86', 90' y 94'. Dolido por el reciente fracaso de su equipo, decidió plasmar su experiencia para ayudar a formar nuevos jugadores.
Se apoyó en la Universidad de Lovaina, en el Instituto de Control de Movimiento y Neuroplasticidad y llamó a todos los clubes para obtener imágenes del fútbol base y revisar cada detalle. Se observaron más de 1500 horas de partidos juveniles ¿Cuál fue su conclusión? Los niños de 8 o 9 años tocaban la pelota menos de 4 veces por partido. Muy poco para potenciar su técnica y movilidad.
Inició el cambio
Emprendió entonces una serie de cambios fundamentales en el fútbol de menores. Decidió que lo mejor sería que todas las inferiores usaran un 4-3-3 ofensivo. Así, se aseguraban más toques, triangulaciones ofensivas y defensivas y transiciones rápidas. Dejar de destruir y buscar creatividad en el juego. Un esquema pensado para el ataque.
Además, se obligó a que las categorías juveniles jueguen 2 vs 2, 5 vs 5 y 8 vs 8 a medida que crecieran. Por otro lado, se formaron ocho institutos de elite para los más talentosos de entre 14 y 18 años. Precisamente, de ahí salieron figuras como Kevin De Bruyne y Dries Mertens.
Y quizás lo más importante vino de la mano de lo deportivo. El proyecto de Michael Sablon buscó unir al país a través de un balón y lograr la formación total del juvenil: se exigió a los clubes aceptar dentro de sus filas a los hijos de inmigrantes y niños de muy bajos recursos, y además se obligó a los jóvenes a estudiar una carrera, de lo contrario no entrenaban. Una formación integral y no solo futbolística.
Un proyecto con réditos
¿Todo fue un gasto sin retorno? No, el Standard Lieja invirtió 18 millones de euros en su academia y solo vendiendo a un jugador recuperó toda su inversión. En noviembre del 2008 vendió a Marouane Fellaini al Everton por 19 millones de euros. ¿Otro ejemplo? El Genk invirtió 3 millones en su centro de formación y todo lo recuperó -con ganancia incluida- con la venta de Thibaut Courtois al Chelsea por 8 millones en 2011. "Negocio redondo, pero a mediano plazo", nos recuerda el periodista Juli Giacobbe.
Lo bueno también trajo algunos problemas. Bélgica se convirtió en un exportador de jóvenes futbolistas. Eden Hazard se fue a Francia a los 14 años, Jan Vertonghen al Ajax a los 16 años y Romelu Lukaku a Inglaterra a los 18 años.
La generación dorada comenzó a formarse y consolidarse y siguió dando ejemplos al fútbol. El plantel tenía talento, pero no gozaba de experiencia, por ello Bélgica tuvo que sufrir la amargura de no clasificar a Sudáfrica 2010 y tampoco a la Eurocopa 2012. Con Marc Wilmots como DT, la selección belga logró levantarse y llegar hasta los cuartos de final de Brasil 2014 y a la misma instancia en la Eurocopa de 2016.
El momento de sonreír
Y llegó Rusia 2018, el momento indicado para cosechar lo que se sembró por años. Encontraron a un técnico estudioso como Roberto Martínez, quien se apoyó en la experiencia de Thierry Henry para su comando técnico. Los resultados deportivos y sociales están a la vista de todos.
Bélgica superó a Brasil se metió a las semifinales de la Copa del Mundo, instancia donde chocará ante Francia. La final ya no es una quimera para el equipo de Roberto Martínez. En lo social, los triunfos de la selección ayudaron a unir a un país algo fragmentado por la división entre francófonos y flamencos.
Por ejemplo, en el duelo ante la 'Canarinha', el jugador nacido en la zona flamenca de Bélgica Kevin De Bruyne, recibió un pase de un jugador de ascendencia congoleña como Romelu Lukaku. Asi se gestó el gol del triunfo. Y en el arco tienen a un arquero que viene de la zona valona como Thibaut Courtois. El equipo también une porque en él se ven reflejados todos los belgas.
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