Muchos escolares llegan a esta etapa del año con cansancio acumulado y hábitos de estudio que no siempre les son favorables. Recuerde que el acompañamiento de padres y profesores puede transmitir calma y equilibrio.
Miles de estudiantes enfrentan las últimas semanas de exámenes, trabajos y proyectos finales, una etapa escolar donde la presión por mejorar sus calificaciones puede generar ansiedad, tensión y dificultades para concentrarse. En este contexto, especialistas recuerdan que el acompañamiento de padres y profesores puede transmitir calma y equilibrio, marcando una diferencia en el rendimiento académico y el bienestar de los adolescentes.
Ximena Pastor, Asesora Pedagógica del Colegio de la Inmaculada, explica que muchos escolares llegan a esta etapa del año con cansancio acumulado y hábitos de estudio que no siempre les son favorables. “Estudiar no es solo repasar contenidos, sino también cuidar la mente y el cuerpo. El aprendizaje florece cuando hay seguridad emocional y cuando los adultos ayudan a los adolescentes a reconocer sus ritmos, organización y emociones”, comenta la especialista.
Además del aspecto académico, el soporte emocional cumple un rol crucial. Pastor señala que acompañar significa estar presentes y disponibles, sin juicios, ofreciendo contención emocional más que soluciones inmediatas. “La confianza se cultiva cuando los adultos reconocen el esfuerzo sin condicionar el afecto al desempeño. Padres y docentes deben ser aliados, escuchando y validando las emociones de los estudiantes; esto puede marcar una gran diferencia en cómo enfrentan sus exámenes y tareas finales”, afirma.
La especialista brinda seis recomendaciones prácticas para acompañar a los escolares de manera efectiva durante las últimas semanas del año:
Ayúdalos a planificar su tiempo. Elaborar un cronograma de estudio visible en casa, con horarios realistas y pausas, les permite organizar mejor su esfuerzo sin caer en el estrés o la improvisación.
Evita las comparaciones. Cada estudiante tiene su propio ritmo. Compararlos con otros solo aumenta la presión y afecta la autoestima; en su lugar, resalta sus avances personales. Reconocer la individualidad de cada alumno implica también validar los procesos, no solo los resultados.
Promueve el descanso y la alimentación saludable. Enseñar al estudiante a identificar señales de cansancio o hambre promueve la autorregulación, necesaria para dormir bien y comer de manera equilibrada. De esta forma, la concentración y el rendimiento cognitivo se mantienen.
Acompaña sin controlar. Mostrar interés genuino por lo que estudian y ofrecer ayuda cuando lo pidan es más efectivo que vigilar cada detalle o exigir resultados. Hay una diferencia entre “estar disponible” y “vigilar”: la primera construye confianza, la segunda genera resistencia o miedo.
Crea espacios libres de distracción. Un lugar tranquilo, bien iluminado y libre de pantallas facilita el enfoque y mejora la calidad del estudio.
Celebra el esfuerzo, no solo la nota. Reconocer el compromiso, la constancia y la mejora personal refuerza la motivación y la autoconfianza del estudiante, enseñando que el valor personal no depende del resultado.
“Lo más importante es recordar que el cierre escolar, además de conocimientos, mide aprendizajes emocionales como la gestión del estrés, la autoconfianza y la resiliencia”, concluye Pastor.