Tenían identidades falsas y un sueldo de 100 mil euros anuales. La mujer contaba con papeles falsos que indicaban que había nacido en Lima.
Una pareja de esposos llegó a Alemania hace 23 años, se volvieron ciudadanos comunes y corrientes; sin embargo eran espías trabajando para la KGB rusa.
Tras dos décadas de residencia, la policía recién pudo detectar su ilegal trabajo.
Precisamente, hoy comenzó el juicio por espionaje contra el matrimonio en uno de los procesos más llamativos desde que cayó el Muro de Berlín en 1989. Aunque no respondieron las preguntas, accedieron a ser llamados por sus seudónimos alemanes.
Se hacían llamar Adndreas y Heidrun Anschlag. Pero, el hombre de 53 años, al parecer, se llamaría Sascha Rost. Heidrun, de 47 años, sería Olga. Este miécoles ante el tribunal de Stuttgart, comenzaron a responder ante la justicia luego de espiar para el servicio secreto soviético KGB y su heredera rusa SWR durante más de dos décadas a cambio de 100 mil euros anuales.
En octubre de 2001, un grupo de agentes intervino a Andreas en su cama, en Balingen, mientras que el otro grupo de policías intervino, tres horas después, a Heidrun en Marburg. Ella estaba usando un aparato cifrado para comunicarse con Moscú.
A principios de 2012, los alemanes trataron de usar a la pareja capturada para negociar con Rusia un intercambio. Pedía a un antiguo informador y oficial de los servicios domésticos rusos condenado a casi 20 años de cárcel. Se especula que Vladimir Putin, actual presidente, declinó la propuesta.
Ante la negativa, procedió a mantener la acusación contra los Ashclang por cargos que los podrían llevar 10 años a prisión. Todavía no se puede determinar si son parte de una red más grande de infiltrados o solo un residuo de la Guerra Fría.
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