En la llamada "isla" de Incahuasi ubicada en el corazón del Salar, Evo Morales celebró desde la madrugada la llegada del "Willka Kuti", el año nuevo, con una ofrenda a la Pachamama.
Miles de bolivianos recibieron este domingo con ritos ancestrales y ceremonias en los enclaves más emblemáticos del país los primeros rayos del sol, que marcaron la llegada del año nuevo andino amazónico, el 5523 según la tradición indígena.
La celebración central, a la que asistió el presidente boliviano, Evo Morales, tuvo lugar en el Salar de Uyuni, el inmenso mar de sal situado en el departamento de Potosí (suroeste) que es uno de los principales actractivos turísticos del país, pero que también se considera un centro energético.
Allí, en la llamada "isla" de Incahuasi ubicada en el corazón del Salar, Morales celebró desde la madrugada la llegada del "Willka Kuti", el año nuevo, con una ofrenda a la Pachamama o madre tierra.
Ataviado con un poncho blanco de alpaca para combatir el frío extremo del invierno en el altiplano y rodeado de amautas (sacerdotes) y otras autoridades indígenas, Morales participó en la ceremonia y pidió fuerza, sabiduría e inteligencia "para que Bolivia siga avanzando".
Otros de los lugares más representativos para la celebración del "Willka Kuti" fueron las ruinas arqueológicas de Tiahuanaco, en La Paz, y el fuerte de Samaipata, el mayor petroglifo del planeta, en la región oriental de Santa Cruz, aunque los actos de bienvenida al nuevo ciclo solar se repitieron en unos 80 enclaves de todo el país.
Música, danzas autóctonas y ceremonias se sucedieron en esos emplazamientos, en los que indígenas aimaras, quechuas y guaraníes, las tres etnias más representadas en Bolivia, recibieron los primeros rayos del sol, y con ellos el inicio de un nuevo ciclo en la cultura agrícola.
La celebración del año nuevo andino amazónico coincide con el solsticio de invierno austral, cuando en el Hemisferio Sur tienen lugar el día más corto y la noche más larga.
Sin embargo, mientras los indígenas del altiplano rinden en esta fecha culto al sol, los de las tierras bajas del oriente y la Amazonía centran su atención en el planeta Venus.
EFE
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