Con 8 millones de fallecidos al año, la muerte en un lucrativo negocio en el que sólo los servicios funerarios generan un volumen de US$2.340 millones anuales.
Una mujer visita el nicho de un familiar durante el "Día de Barrer las Tumbas" (Foto:EFE)
Prohibido como una "superstición feudal" durante el maoísmo, el Qingming o día de los muertos en China, se celebra hoy de forma masiva, cuando arrecian las quejas en un país en el que el metro cuadrado de sepultura cuesta más que el de una vivienda.
El Qingming, literalmente día "del claro resplandor", conocido también como el día "de barrer las tumbas", es una jornada de sobrecogimiento y solemnidad en una cultura que considera todo lo relacionado con la muerte como de mal agüero, aterrador o incluso tabú.
Los chinos acuden hoy, décimo quinto día posterior al equinoccio de primavera, a los cementerios para recordar a sus antepasados, limpiar sus tumbas de malas hierbas y ofrecer billetes, comida, tabaco, vino o incluso teléfonos celulares a los muertos para que sean felices en el más allá.
Se trata de un ritual ancestral con el que se celebra el despertar de la naturaleza y el inicio de la temporada de siembra, por lo que ofrecer exvotos a los espíritus de los muertos para mantenerlos contentos garantiza prosperidad a la familia, una buena prole y abundantes cosechas.
Los visitantes de los cementerios portan hojas de sauce o las cuelgan en las puertas de su casa para evitar que los malos espíritus que en este día andan sueltos se queden con los vivos.
Pero en la China capitalista, convertida hoy en la tercera economía mundial, hasta a la tradición del respeto a los mayores o piedad filial confucionista ("Xiao") se le saca partido, y el metro cuadrado en la necrópolis cuesta más que el de una vivienda en un sector completamente monopolizado por las funerarias.
Con 8 millones de fallecidos al año en el país más poblado del mundo, la muerte se ha convertido en un lucrativo negocio en el que sólo los servicios funerarios generan un volumen de 2.340 millones de dólares anuales, que si se incluye la venta de lápidas sepulturas y nichos llega a 30.000 millones.
En el sur del país, en Cantón, las sepulturas cuestan entre 2.000 y 146.000 dólares por metro cuadrado, muy por encima de los entre 1.300 y 3.000 dólares por metro cuadrado de una vivienda, según datos publicados por el diario "China Daily".
Mientras que en Babaoshan, el cementerio pequinés donde están enterrados los líderes chinos, lo mínimo son 36.000 dólares, por encima del valor medio de la inmobiliaria. Un sector con precios prohibitivos que poco se han aliviado con la crisis.
Por problemas de espacio, la incineración es lo más practicado en China, pero las cenizas se conservan bajo tierra o en nichos por la tradición del Xiao o respeto a los antepasados.
Las críticas de los chinos por lo caro que les cuesta morir en tiempos de crisis se ha convertido en una queja nacional, plasmada por un diario del noreste del país en el titular "Demasiado pobre para vivir, demasiado pobre para morir".
Sólo la mortaja cuesta entre 118 y 146 dólares, cuando su coste real es de 30, mientras que las urnas funerarias se venden a 44 dólares, aunque su coste no supera los 12.
Las quejas han arreciado este año de crisis financiera hasta el punto de que el Ministerio de Asuntos Civiles tuvo que reconocer ayer que el de los servicios mortuorios es un "monopolio natural" y se comprometió a regular los precios de servicios básicos, como la recogida del cadáver, almacenamiento, incineración y preservación de las cenizas.
Sin embargo, los precios de algunos productos funerarios, como las urnas y sepulturas, seguirán dependiendo de las leyes de mercado.
La respuesta generó una nueva oleada de quejas entre el pueblo, que exige que los servicios funerarios sean gratuitos y se incluyan dentro de los beneficios de la red de seguridad social, casi inexistente. EFE
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