Un rol de los padres es educar a sus hijos sobre el concepto de propiedad y comenzar a ponerles límites de conducta, e inclusive reprenderlos si sustraen dinero u objeto ajenos.
¿Qué hacer cuando se descubre al hijo o hija sustrayendo dinero u objetos que no le pertenecen? Esta es quizás una de las primeras preocupaciones de los padres y madres con respecto al comportamiento o hábitos de conducta de sus hijos durante la infancia.
Es importante que los padres no dejen pasar por alto esta situación, por más pequeño o mínimo que se trate lo sustraído, y conversen de inmediato sobre lo sucedido; explicarles de qué manera pueden reparar el daño realizado, e inclusive, pedir disculpas a la persona afectada.
Un primer error puede ser acusarle de “ladrón” o decirle “malo” al niño o niña; de lo que se trata es hacerle ver que no está bien lo que ha realizado. Cabría preguntarse más bien por qué el pequeño hizo eso y qué lo indujo a tomar algo que no es suyo.
Se dan casos de padres que prometen muchas cosas y luego no pueden cumplirlas, generando ansiedad y expectativas en el menor. Es también la edad en que los pequeños observan que con el dinero se pueden conseguir muchas satisfacciones, desde un paseo, un juguete o un dulce, aunque no tengan una noción exacta del valor monetario.
Antes de los seis años a los menores se les dificulta comprender que no tienen derecho de propiedad sobre cosas que son de otros; su egocentrismo les hace pensar que pueden tomar lo que quieren y no entender que no está bien hacerlo.
A partir de los seis años, y conforme van creciendo, los niños empiezan a comprender mejor la situación; y un rol de los padres y madres es educarles de forma activa sobre el concepto de propiedad y comenzar a ponerles límites de conducta, e inclusive reprenderlos si sustraen dinero u objeto ajenos.
Algo diferente es cuando llegan a la adolescencia y siguen con ese mal hábito, aunque hayan aprendido que robar es malo. Algunas veces el chico o chica roba porque quiere tener las mismas cosas que otra persona, porque quiere darse ínfulas con sus amistades para comprar u obsequiar algo que lo haga más popular.
Aquellos que roban repetidamente quizás estén llamando la atención de sus padres, tengan dificultad para confiar y establecer buenas relaciones con otros. Con el robo sistemático aprenden a mentir; en vez de sentirse culpables, culpan a otros de sus actos, sin asumir su responsabilidad.
Una forma útil de tratar los robos es que el menor aprenda a ahorrar o guardar parte de sus propinas para que las utilice cuando lo considere necesario. Si pese a ello persisten con esta conducta, será necesario recurrir a un psicólogo especializado que trate al menor.
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Producción: Amelia Villanueva Ramirez
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