La soledad de un anciano es más fuerte que la necesidad de alimentarse con el almuerzo dario que reciben en el comedor popular de la Sociedad de Beneficencia Pública de Cajamarca.
El lamento, olvido y esperanza reflejan sus rostros surcados por el paso del tiempo, por el esfuerzo, el cansancio y los golpes de la vida que hoy continúan capeando para sobrevivir.
Ellos son personas, historia y conocimiento, gente que nos pueden entregar infinidad de sabiduría y muchas cosas útiles, ellos nos hacen recordar que los valores aún se pueden inculcar y que podemos formar a nuestros hijos con amor y respeto.
Los ancianos olvidados por sus familias acarrean la más desalentadora soledad, se convierten en niños indefensos, ellos muestran una sonrisa de esperanza buscando se les corresponda, porque les recuerdas a sus hijos cuando chicos le prometieron no dejarlos, pero una vez grandes lo hicieron.
El cabello cano, manos maltratadas, la dobles de su piel no representa nada para quienes ayer los necesitaron y hoy los han abandonado.
La soledad de un anciano es más fuerte que la necesidad de alimentarse con el almuerzo dario que reciben en el comedor popular de la Sociedad de Beneficencia Pública de Cajamarca, ubicada en la segunda del jirón Belén, muy cerca a la Plaza de Armas, hasta donde llegan puntuales para reunirse con su nueva familia, la cual los esperan para conversar y recordarles que aún están vivos.
Ellos cuentan los últimos días de sus vidas porque no saben si mañana volverán a sentarse en esta larga mesa de madera.
Estos jóvenes de la tercera edad ven en los rostros de la gente caritativa sus mejores momentos, ellos saben que mostrando una sonrisa donde sólo se nota un diente, convencerán a quienes los compadezcan. Los años pasan y en el lugar de ellos, con el tiempo, podrás estar tú.
Las esquinas, veredas, atrios de las iglesias se han convertido en un refugio perfecto para la existencia de estos ancianos olvidados y es una tema complejo y devastador porque para las personas de buen proceder, el solo verlos nos remueva todos nuestros sentimiento.
También es verdad que en esta vida cada cual elige su propio camino, pero a esta edad no es de forma voluntaria.
Lo cierto es que en estos días, el abandono a los anciasnos no debería ocurrir y la sociedad debería valorarlos. Ellos deberáin dotarse de los mecanismos necesarios para evitar más cansancio sobre sus espaldas, donde alguna vez tú fuiste feliz.
Causa para el olvido
Una de las principales causas para que suceda el abandono es que el anciano ya no contribuye al hogar, sin embargo genera gastos en la familia.
Esta situación causa tensión y trasforma el trato de sus hijas e hijos, amistades y parientes cercanos, lo que obligan a muchos de ellos a pedir limosna para seguir viviendo en la casa de sus familiares.
Bienes en disputa
La familia nota interés en el anciano porque sabe que tendrá como herencia bienes materiales, o simplemente se aprovechan de su fragilidad, incoherencias, falta de memoria o dependencia.
Una cifra para no olvidar
De cada 100 ancianos, el 75 % sienten el rechazo de sus hijos, denotando una pérdida de identidad y trasmisión cultural.
Ellos son una reliquia de historia por lo que fácilmente se podría escribir una historia con cada uno de ellos, porque representa un libro abierto de sabiduría que se está perdiendo transmitir de generación en generación.
Por: Rosa Cruzado
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