La mandataria brasileña tiene el desafío de revitalizar al bloque suramericano, apremiado por problemas de balanza comercial y con necesidad de abrir nuevos mercados.
La mandataria brasileña, Dilma Rousseff, asumió su segunda presidencia temporal en el Mercosur con el desafío de revitalizar al bloque suramericano, apremiado por problemas de balanza comercial y con necesidad de abrir nuevos mercados.
Rousseff, que en enero asumirá su segundo mandato al frente del Ejecutivo de su país, tendrá que balancear las demandas internas del bloque integrado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela con sus propias cuitas domésticas, como es el escándalo por corrupción en Petrobras.
Además, deberá atender a los reclamos de los industriales brasileños, que demandan medidas para impulsar la economía, la mayor de Suramérica, y, en particular, revitalizar las exportaciones.
Entre enero y noviembre, Brasil acumuló un déficit comercial de 4.221 millones de dólares, quince veces más que en el mismo periodo de 2013.
El resto de sus socios también presenta problemas de balanza comercial y, como conjunto, han adoptado medidas de excepción, como subidas de aranceles, para proteger sus industrias.
Argentina ha adoptado además otras medidas de protección comercial, polémicas, como engorrosos trámites para autorizar importaciones, lo que en la práctica se ha convertido en una traba cuestionada por sus propios vecinos y por países externos al bloque.
De hecho, las restricciones argentinas se ven como un obstáculo para avanzar en negociaciones comerciales con terceros en momentos en que el Mercosur necesita abrirse mercados en el complicado panorama global.
Aunque el comercio entre los propios miembros del Mercosur ha crecido significativamente en la última década, recientes informes privados advierten que los intercambios intrazona han perdido incidencia en forma progresiva en las exportaciones totales del bloque.
Según un estudio de la consultora Abeceb, en 2010 las exportaciones a los Estados parte explicaban el 16 % del total de las ventas externas del Mercosur, peso que se reducirá este año al 13 %.
"El Mercosur desde su creación, se basa en la fuerte integración de Argentina y Brasil y fue concebido ante todo como una iniciativa comercial. Desde esta perspectiva, el actual estado de la relación bilateral y la contracción del intercambio intrazona impacta en los fundamentos originales del bloque", sostuvo Mauricio Claverí, coordinador de Comercio Exterior y Negociaciones Internacionales de Abeceb.
La clave para muchos pasa por dar un nuevo impulso a la agenda exterior del bloque, intentando acelerar las demoradas negociaciones con la Unión Europea (UE) para un tratado de libre comercio.
Los suramericanos ya anticiparon hace un mes que tienen listas sus ofertas pero ahora son los europeos quienes estudian su posición.
El Mercosur, que hace tiempo no firma un acuerdo comercial de relevancia, culmina al menos esta cumbre con la rúbrica de dos convenios de cooperación económica con Líbano y Túnez para negociar desde el próximo semestre pactos que en principio podrían ser de preferencias arancelarias.
Rousseff tendrá que avanzar además en las negociaciones comerciales ya abiertas con la Unión Aduanera Euroasiática (UAE), conformada por Rusia, Bielorrusia y Kazajistán, e iniciar conversaciones con Corea del Sur y Pakistán, países que han mostrado interés por ahondar en el comercio con el Mercosur.
EFE
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