Las últimas investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro sostienen que las personas que se sienten están enamoradas, pierden la capacidad de criticar a sus parejas, es decir, se vuelven incapaces de ver sus defecto.
En el programa Confidencias se habló sobre la ceguera en el amor.
Quien dice “el amor es ciego” es generalmente aquel que se encuentra fuera de la relación entre dos que se aman, y cree que el que ama ve en la persona amada valores que no existen (o minimiza los defectos), pero lo que puede estar ocurriendo, más bien, es que el “ciego” es aquel que está fuera de la relación, porque, no amando, no llega a ver lo que los amantes ven entre sí. Sin embargo, es verdad que ciertas formas defectuosas o patológicas de amor pueden ser “ciegas”, es decir, ver lo que no hay, o no ver lo que hay en la otra persona.
En ese sentido, es importante, por ejemplo, diferenciar el amor de la “pasión”. Pasión viene del griego “pathos” que significa “padecer”, sufrir. La pasión puede “cegar”. No es un acto que surge del interior de la persona sino de un estímulo externo que amarra y arrastra. Por ejemplo, cuando se da una fuerte atracción sensual o sexual. Ahí uno se torna “ciego” con respecto a todos los otros aspectos de la persona que quedan reducidos a la “ceguera pasional”, como cuando se ve al otro sólo como “objeto sexual”.
El amor tampoco es esencialmente un “sentimiento”. Los sentimientos son variables e inestables. Son afectados por muchos aspectos circunstanciales . El amor viene normalmente acompañado de sentimientos intensos, pero puede darse sin “sentimientos de placer”. precisó García Quzada.
El verdadero amor no es ciego, no es un dinamismo irracional, sino racional que apunta a lo trans-racional. Aunque es verdad que las “certezas” que ofrece el amor son superiores a la “ciencia de algo”. El equilibrio está en lo siguiente: “No se ama lo que no se conoce, pero sólo se conoce bien lo que se ama”.
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