Un niño trabajador, con bajo sueldo, al convertirse en papá puede repetir el ciclo con sus hijos, aseveró un ex trabajador infantil.
Participación, educación, juego y salud son algunos de los derechos que tienen los niños, niñas y adolescentes (estipulados en la Convención de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas).
Marly Ortiz Cordova y Christopher Rodriguez Rivera, ambos de 16 años, fueron niños trabajadores y, hoy, a través del Grupo de Iniciativa Nacional por los Derechos del Niño solicitan a las autoridades que velen por la protección de los menores de edad.
De origen huancaíno, Marly trabajó ayudando a su mamá en la venta de periódicos. Se despertaba a las 6 de la mañana de lunes a domingo para trabajar y luego se dirigía al colegio. “Estudiaba, pero podía ver la diferencia de estudiar y trabajar, este vulnera los derechos de la recreación. Los compañeros del colegio podían jugar, tenían mejor calidad de vida. Pero con mis hermanos teníamos que trabajar”.
Por su parte, Christopher trabajó en la venta de frutas y como panadero. Se levantaba a las 4 de la mañana y llegaba tarde al colegio, algunas ocasiones no asistía por cansancio. “Los adolescentes al trabajar y estudiar llegamos cansados al colegio y no tenemos una educación eficaz. Vamos al colegio y no aprendemos nada; en el futuro, este niño trabajador, crecerá con sueldo bajo, tendrá poco sueldo y a sus hijos los hará trabajar, lo que hará que se repita el ciclo una vez más”, aseveró.
El Grupo de Iniciativa Nacional por los Derechos del Niño (GIN) es una coordinadora nacional que trabaja a favor de los derechos de los niños niñas y adolescentes en el Perú.
“Nosotros buscamos desincentivar el trabajo infantil. Uno de los problemas por los cuales los niños dejan de estudiar es el trabajo, el someterse a horarios largos los niños llegan cansados. Si el adolescente trabaja, debe tener un horario que le permita continuar sus estudios, que pueda tener un seguro social, que no impida sus estudios, un contrato de trabajo es importante para que se respete sus derechos”, finalizó la doctora Ana María Watson, presidenta del directorio del GIN.
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