La Luna, además de ser un satélite que nos ilumina en las noches, es muy aprovechada por los agricultores en el campo.
Desde tiempos ancestrales, las personas del campo dedicadas a la agricultura observaron la influencia que la luna ejercía sobre sus cultivos, especialmente durante el periodo de siembra y cosecha.
Investigaciones realizadas sobre este tema señalan la importancia que cada fase lunar tiene en el aumento, crecimiento o germinación de las plantas. Entre las diversas explicaciones que se dan sería porque según la intensidad de luz de cada fase, los rayos de luz tienen la capacidad de penetrar el suelo e influir en la raíz misma, o servir como alimento de la planta en su parte externa.
Igualmente, sirve como guía para saber el momento propicio en que no hay que podar o cosechar. Por ejemplo, cuando la luna está en su mayor plenitud, conocida como luna llena, las raíces se desarrollan lentamente, pero aumentan en follaje.
En la fase de cuarto creciente, la luz lunar aumenta progresivamente y esto le da a las plantas un crecimiento balanceado, favoreciéndolas en el desarrollo de su follaje y raíz.
Durante el cuarto menguante, cuando la luna decrece, también disminuye la intensidad de luz; en esta etapa se sugiere realizar los injertos o trasplantes para que el cultivo pueda fortalecerse empleando buena parte de su energía en el desarrollo de su sistema radicular. Con la raíz fortalecida, la planta podrá obtener los nutrientes y agua necesarios para su crecimiento.
La luna nueva es aprovechada para el reposo y adaptación de las plantas al medio sin sufrir daño alguno. Los rayos lunares en esta fase se encuentran en sus niveles más bajos por lo que el desarrollo del sistema radicular como el crecimiento del follaje es más lento.
Los agricultores, conocedores de las ventajas que les ofrece la luna en sus diversas fases, ya saben que cuando la luna decrece es buena para sembrar aquellas plantas que crecen o se desarrollan hacia abajo como los rabanitos, betarraga o zanahorias. Es tiempo para podar, arrancar o recolectar.
En cambio, cuando la luna crece, es propicia para sembrar aquellos cultivos que se desarrollan hacia arriba como los frejoles, las habas, pimientos o tomates. Significa que es tiempo para sembrar o plantar.
Lo importante en estos casos, una vez adquirida cierta práctica y aprendido a observar la luna, realizar esta actividad en un punto intermedio para no forzar el desarrollo normal de las plantas.
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