Fueron los españoles quienes descubrieron que la columna vertebral occidental de América del Sur era el mayor laboratorio natural de la Tierra para hacer momias.
Para los habitantes del Imperio Inca, la momificación era una forma de preservar el poder tras la muerte, por ello buscaban transformar a sus seres queridos en embajadores ante el mundo natural para que continúen ejerciendo soberanía sobre los vivos.
La idea que tenían los pobladores en base a las momias era que ellos aseguraban la fertilidad de sus descendientes y sus recursos, publica el portal ABC.es.
Según Smithsonian.com, fueron los españoles quienes descubrieron que la columna vertebral occidental de América del Sur era el mayor laboratorio natural de la Tierra para hacer momias.
Se conoce que hace 7.000 años, los habitantes de las montañas andinas aprendieron a momificar a sus muertos, 2.000 años antes de que los antiguos egipcios.
El año 1.200, cuando empezó la expansión inca, las zonas altoandinas colocaban sus ancestros en cuevas como forma de enterramiento, lo que llevó a propagarse de manera rápida por la idea que compartían las poblaciones de los Andes.
Es así que el año 1533, los primeros españoles que llegaron al Cusco descubrieron templos cubiertos con planchas de oro, altares y fuentes, donde se hallaba una pareja de momias. Contexto que representaba el “disfrute de las propias riquezas de los muertos”.
Es por ello, que los incas fueron reconocidos como hijos del sol y antepasados de toda la humanidad, con el fin de seguir ejerciendo poder sobre los vivos.
Asimismo, la creencia de que el emperador Inca seguía estando socialmente vivo y tenía derecho a retener su propiedad, también alentó la propagación del imperio a través de los Andes.
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