Unos 2.800.000 libios están llamados a las urnas en una jornada en la que 40.000 agentes velarán por la seguridad.
Libia celebra este sábado las primeras elecciones legislativas desde la caída del régimen de Muamar al Gadafi, en un clima de continua tensión, marcado por la incapacidad del Gobierno de imponer su autoridad en varias zonas del país.
Unos 2.800.000 libios están llamados a las urnas en una jornada en la que 40.000 agentes velarán por la seguridad y se decretará el estado de alerta para evitar incidentes.
Los enfrentamientos tribales en la región de Yebel Nafusa, al sur de la capital, y en Kufra, en el extremo sureste del país, así como los recientes atentados contra misiones diplomáticas extranjeras y sedes del Consejo Supremo Electoral en Bengasi, han puesto en duda la idoneidad de la fecha electoral, ya aplazada en una ocasión.
A esta situación se suman las protestas en Bengasi, donde numerosas voces han criticado el reparto de los 200 escaños de la nueva Asamblea Legislativa y llaman a la creación de un Estado federal.
"El principal reto de Libia es asegurar amplias regiones del desierto y numerosas zonas fronterizas con Túnez, Argelia, Chad, Níger, Sudán y Egipto", conocidas por su permeabilidad a todo tipo de tráfico ilegal, indicó a Efe el activista político libio Abdala al Zawi.
Según Al Zawi, se necesita un gran número de personas y esfuerzos para lograr esto y restablecer la normalidad en regiones como Yebel Nafusa o Kufra, como paso previo para imponer la estabilidad y alejar los fantasmas de nuevos enfrentamientos.
A pesar de este clima espeso de tensión, las autoridades y los responsables de seguridad se muestran convencidos de su capacidad de garantizar una jornada electoral sin incidentes.
"Estamos preparados para proteger la marcha democrática y garantizar los comicios. El Ministerio de Interior es capaz de lograr la seguridad", dijo a Efe Ibrahim al Sharkasiya, un responsable de la Comisión Suprema de Seguridad de ese Ministerio.
En varias ocasiones el portavoz del Gobierno, Naser al Manaa, ha intentado quitar hierro al asunto al asegurar que los recientes brotes de violencia no se salen de lo previsto.
La proliferación de armas en Libia desde el levantamiento popular que estalló en febrero de 2011 y que acabó con el régimen de Al Gadafi ha favorecido la multiplicación de altercados violentos.
Además, muchas de las milicias nacidas para hacer frente a las fuerzas del exdictador, depuesto y asesinado el 20 de octubre, continúan funcionando en mayor o menor coordinación con las autoridades centrales, que aún no han logrado absorber a un gran número de milicianos.
Un responsable de seguridad del Ministerio de Interior, Ibrahim al Muhandis, manifestó a Efe que recientemente habían sido integrados unos 120 milicianos en las fuerzas de seguridad para velar precisamente por la seguridad electoral en Trípoli.
Las historias de milicianos que dejaron las armas son muchas como la de Muhamad Fathi Abdel Qader, universitario, que confiesa que el grupo en el que combatió contra las fuerzas gadafistas se disolvió.
"Mis compañeros y yo dejamos las armas y volvimos a la universidad. Otros recuperaron sus trabajos anteriores", aseguró este estudiante de ingeniería que participó en los combates en el sur del país.
Ahora, explica, desea que sea elegida la Asamblea Nacional General en las primeras elecciones en más de cuatro décadas, para "pasar de la etapa revolucionaria a un estado de Derecho".
Otros, como Sami, un exmiliciano del barrio tripolitano de Suq al Yuma, se dedican ahora a convencer a otros rebeldes a que dejen las armas.
"Intentamos que no haya armas por las calles y hacemos patrullas para garantizar la seguridad y pedir a otros revolucionarios que busquen una salida política o se integren en la Policía o el Ejército", dijo a Efe.
Sin embargo, aún quedan muchos milicianos, que como los de Zintan, 160 kilómetros al sureste de Trípoli, exigen pases especiales para entrar a su ciudad.
A pesar de estos desencuentros, Al Sharkasiya subrayó que las milicias se coordinarán plenamente durante la jornada electoral con las fuerzas de seguridad estatales y se desplegarán en los cruces de las principales ciudades "para enviar el mensaje de que nadie puede tocar la unidad libia".
EFE
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