´No entendí por qué era diferente a las personas, pero aprendí a aceptar lo que no puedo cambiar. Esa es la verdad´, cuenta Martín, quien se ha convertido en una lección de vida.
Esta no es la historia de Nick Vujicic, aquel famoso motivador australiano que nació sin extremidades. Es la historia de un hombre peruano, que no odia a Dios y mucho menos, aborrece su vida por haber llegado al mundo sin brazos ni piernas.
Martín Barro Mena, es un joven de 30 años que le sonríe a la vida y no busca provocar lástima.
"No entendí porque era diferente a las personas, pero fui aprendiendo a aceptar lo que no puedo cambiar y esa es la verdad", contó a Punto Final.
Martín nació sin extremidades y le ha tomado varios años aprender a conseguir lo que para cualquiera de nosotros representa un hecho intrascendente.
Desde su vivienda en San Martín de Porres, Martín demuestra cómo es su día a día. Sabe prender fósforos, se corta las uñas cuando están largas, cose e inserta el hilo en una aguja. Cada movimiento es una hazaña pese a no tener manos y piernas.
"Veo bastantes suicidios de gente completa y me llama bastante la atención eso porque si ellos están así y lo hacen, que será yo, ya debería estar muerto. Simplemente muchas personas no valoran lo que tienen", relata Martín tras enfatizar que la vida es de valientes, de esfuerzos.
La vida de Martín hubiese tomado otro rumbo, pues cuando tenía 17 años un grupo de médicos norteamericanos se interesó en su caso y viajó a Estados Unidos para su rehabilitación y de paso culminar sus estudios secundarios. Es allí donde perfeccionó su inglés, pero la nostalgia por estar lejos de su familia y del Perú lo hizo retornar.
Según cuenta, algo que sí le sorprende y le indigna es la actitud de algunos taxistas que lo discriminan por su aspecto.
Sin embargo, eso no lo detiene para salir adelante y por ahora se dedica a vender caramelos en el jirón Huancavelica, porque reconoce que no hay puestos de trabajo para una persona como él.
Su futuro optimista lo hace consciente para que su historia sirva de ejemplo a todas las personas que piensan que todo está perdido. "Espero inyectar en cada persona que vea un poquito las ganas de vivir y que vean que la vida es hermosa", agregó.
Esta noche la vida le sigue sonriendo a Martín. Cuando se terminaba de publicar este informe, se dio a conocer que la Municipalidad de San Martín Porres le brindó un puesto de trabajo en la Dirección de Desarrollo Humano.
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