El segundo matrimonio tiene mayores probabilidades de éxito que el primer matrimonio, según cuentan los que han tenido tal vivencia. La gente aprende de las experiencias.
El segundo matrimonio tiene mayores probabilidades de éxito que el primer matrimonio, según cuentan los que han tenido tal vivencia. La gente aprende de las experiencias.
La persona que se casa por segunda vez, puede estar segura de que no es la misma persona que era cuando se casó la primera. Se podría suponer que el hombre o la mujer saben más de sí mismos y sobre la vida en general.
Hay razones especiales para pensar que los segundos matrimonios tengan mejores perspectivas que los primeros, pues uno solo aprende con el paso del tiempo, sino que también adquiere madurez.
Lo que sí¬ es determinante, aún sin haber alcanzado la madurez, es que las expectativas del segundo matrimonio son diferentes de las que se tuvieron en el primero, y mucho más realistas.
Muchos matrimonios fracasan porque hay quienes no se casan con su pareja, sino con ilusiones que la cruda realidad cotidiana no tarda en destruir.
Aquellos que se casan para satisfacer ciertas necesidades personales, pero, que no están preparados para darle al otro, usualmente se casan con la misma intención en la segunda vuelta. El segundo matrimonio se convierte nada más que en una caminata al precipicio, un compromiso que se dirige hacia un nuevo desastre (nuevo solo porque involucra a una nueva pareja).
A veces el culpable, es otro patrón problemático. Uno que abandona un matrimonio por inestabilidad financiera, puede, por ejemplo, tratar de encontrar a una nueva pareja que prometa seguridad financiera. Lo mismo es aplicable a otros problemas maritales importantes como la insatisfacción sexual, falta de comunicación, problemas con los suegros, entre otros. Y en este sentido, como uno de los cónyuges dejó el matrimonio por un problema en particular, es comprensible que ahora quiera asegurarse de que no tendrá que lidiar con el mismo problema otra vez. Pero la vida a menudo nos pone a prueba sarcásticamente. Como por ejemplo que mientras el nuevo cónyuge puede tener lo que al anterior le faltaba, a él también puede faltarle lo que el primero tenía.
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