"Aunque es la primera vez que me siento definitivamente en el lado de los adultos, aún estoy de ida", señala el actor que recién celebró sus 55 años.
El actor argentino Ricardo Darín, recién cumplidos los 55 años y con pocas ganas de echar la vista atrás, evita el ejercicio de repasar los logros y fracasos de su vida personal y profesional para afirmar que, aunque empieza a preocuparle la edad, todavía va "para adelante".
"No soy bueno para hacer balance ni para arrepentirme. Trato de entender las reglas del juego, y de jugar. No estoy asustado por la edad, pero sí preocupado. Aunque es la primera vez que me siento definitivamente en el lado de los adultos, aún estoy de ida", asegura ante un reducido grupo de periodistas en París.
Darín, que ha acudido a la presentación en la capital gala de la película "Un cuento chino", considera que la privilegiada situación de la que goza "está regida, al igual que la vida de todo el mundo, por acontecimientos que van más allá de nuestra voluntad".
No esconde sin embargo que, cuando puede seleccionar sus trabajos, entre los que destacan "El secreto de sus ojos" (2009) o "El hijo de la novia" (2001), busca repetir con directores con los que ya ha colaborado, lo que lleva a que en su carrera aparezcan con intermitencia nombres como Juan José Campanella o Pablo Trapero.
"(Fernando) Trueba me dijo una vez que el cine es una excusa para reencontrarse con personas queridas. Soy de repetir, porque creo que me llevo bien con la gente y trato de volver a ver a aquellos con los que se puede discutir sin ofenderse, de manera artística", indica poco antes de defender "Un cuento chino" en un coloquio con público parisino.
Ese filme acaba de ser nombrado candidato a mejor película iberoamericana para la próxima edición de los Goya, una gala en la que estará presente, pero en la que cree que "probablemente va a tener más suerte" "Violeta se fue a los cielos", sobre la vida de Violeta Parra y realizada por Andrés Wood.
"No sé cómo se mueven las decisiones", reconoce "honestamente" quien fuera el año pasado "por primera y última vez" presidente del jurado del Festival de Cine y Culturas de América Latina de Biarritz, una labor que no tiene intención de repetir porque dice no estar habilitado "para ser frío y ecuánime".
La suerte y la pasión con las que ha ido tejiendo su carrera le llevarán el año que viene a las tablas con "Escenas de la vida conyugal" y, con ellas, al teatro, que representa para él "la libertad" y su "verdadera pasión".
Y, tras haber probado detrás de la cámara con "La señal", quién sabe si también logrará dar salida a la próxima historia que le gustaría dirigir, "la de un hombre que no acepta la hipocresía y dice solamente la verdad, lo que le hace atravesar situaciones difíciles, empezando por su familia y siguiendo por la sociedad".
EFE
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