Los países latinoamericanos que participarán en el encuentro son Brasil, Argentina y México, los únicos del área que cuentan con plantas nucleares, y Chile, que sopesa instalarlas.
Los representantes de América Latina en la Cumbre Nuclear del próximo lunes y martes aportarán una experiencia de éxito, porque han impedido el desarrollo de armas atómicas en la región, a pesar de que Washington tiene reservas sobre la política de Brasil.
Los países latinoamericanos que participarán en el encuentro son el propio Brasil, Argentina y México, los únicos del área que cuentan con plantas nucleares, y Chile, que sopesa instalarlas para reducir su dependencia de la energía externa.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, los ha invitado a Washington, junto con otros 43 países, porque quiere construir un consenso internacional contra el desarrollo de nuevas armas nucleares y para impedir que materiales radiactivos caigan en manos de terroristas.
Chile dio un ejemplo el mes pasado al transferir a Estados Unidos 18 kilogramos de uranio altamente enriquecido en medio de las réplicas generadas por el terremoto del 27 de febrero.
Los había recibido en los años 70 y 80 de ese país norteamericano, Francia y Reino Unido, que dieron miles de kilogramos de uranio a terceros países a cambio de que accedieran a inspecciones internacionales para garantizar su uso civil.
En opinión de los expertos, la razón por la que América Latina y el Caribe pueden dar lecciones al mundo en el ámbito nuclear es el Tratado de Tlatelolco, vigente desde 1967, que prohíbe las armas atómicas, y que todos los países de la región han suscrito.
"Todos los países en la región entendieron que comenzar una carrera armamentística sería increíblemente peligroso e increíblemente caro", dijo a Efe William LeoGrande, decano de la Facultad de Asuntos Públicos de American University.
Ese acuerdo se elaboró tras la gran preocupación causada por la presencia de misiles soviéticos con ojivas nucleares en Cuba en los años 60.
Una década después, los regímenes militares de Brasil operaron un programa secreto de armas nucleares, pero tras la transición democrática los Gobiernos civiles pusieron fin a ese experimento.
Aun así, Washington tiene sus reservas respecto a la política brasileña en el terreno nuclear.
Aunque el país ha suscrito el Tratado de No Proliferación, no ha firmado el Protocolo Adicional, que permite inspecciones internacionales más estrechas de sus instalaciones, con el argumento de que quiere proteger sus secretos industriales.
"Eso es algo preocupante para muchos en Estados Unidos", afirmó Peter Hakim. "No creo que Brasil tenga interés en una bomba nuclear ahora, pero quiere tener la capacidad de fabricarla. Es el único país grande sin ella", añadió.
Brasil, cuyo programa nuclear está bajo el control de las Fuerzas Armadas, es la única nación latinoamericana capaz de enriquecer uranio, del que posee grandes reservas, hasta el nivel necesario para su uso para fines civiles.
En cambio, Argentina y México tienen que importarlo de Estados Unidos.
Pese a las quejas que en algunos círculos de Washington se escuchan sobre el programa brasileño, es improbable que el asunto se trate durante la cumbre, en la que Obama busca fomentar un entendimiento general sobre el control del material atómico, en lugar de meterse a criticar las prácticas de uno u otro país, según Hakim.
Las excepciones serán Corea del Norte y, en particular, Irán, naciones que han desafiado a la comunidad internacional en este ámbito.
En ese sentido, Washington tampoco comulga con la política de Brasil, que rechaza las sanciones contra Teherán.
Precisamente por eso, LeoGrande opina que el Gobierno brasileño podría cumplir un papel mediador importante si está dispuesto a exponerles a los iraníes las razones por las cuales desarrollar un arma nuclear "no es una buena idea".
Además de Corea del Norte e Irán, otro ausente a la cita en Washington es Venezuela, que ha puesto en marcha un plan para el desarrollo de la energía nuclear con apoyo ruso.
No invitarle ha sido una decisión política por el vínculo de Hugo Chávez con Mahmud Ahmadineyad, opinó Cynthia Arnson, directora del departamento de América Latina del Centro Woodrow Wilson, un instituto independiente.
Luiz Inácio Lula da Silva también mantiene una buena relación con Ahmadineyad, pero Brasil, con su programa atómico avanzado, no podía ser dejado fuera de la cumbre, dijo Arnson.
EFE
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