La ex candidata presidencial, quien pidió una millonaria indemnización a Colombia, sostuvo que solo buscaba apoyar a sus antiguos compañeros de detención.
La ex rehén de las FARC Ingrid Betancourt, secuestrada durante seis años y medio por la guerrilla colombiana, asegura que no esperaba que la acusaran de ingratitud al solicitar una indemnización de cerca de siete millones de dólares al Estado colombiano por su secuestro.
En una entrevista publicada hoy por el periódico "Le Parisien", Betancourt explica que lo que le llevó a pedir la millonaria suma -que dice habría dedicado a su Fundación- fue apoyar a sus antiguos compañeros de detención, a los que se siente "muy unida".
Según Betancourt, sus antiguos compañeros de cautiverio querían que les acompañase con esa petición en un "proceso de conciliación" ante los organismos a cargo de la seguridad ciudadana en Colombia para lograr esa compensación económica que hubiera servido de referente para otros casos.
"El simple hecho de que se pudiera decir o pensar: "ataca a los que la salvaron", me pareció insoportable. Preferí pararlo todo", asegura la ex candidata a la presidencia de Colombia, cuyo rostro llena la portada de "Le Parisien".
En dos páginas de entrevista, Betancourt responde a más de una docena de preguntas del periódico más leído en Francia, país que desempeñó un papel clave en la movilización para lograr la liberación de la ex rehén colombo-francesa, que se produjo gracias a una operación militar el 2 de julio de 2008.
La ex candidata presidencial también se refiere a la indemnización que dijo que le había propuesto el Estado francés y que rechazó, aunque la prensa gala ha publicado que fue ella la que solicitó dicha compensación económica.
"Desde que renuncié a cualquier reclamación en Colombia, no iba a aceptar indemnizaciones de Francia. No me parecía coherente. He vivido mal esa polémica. La he encontrado injusta e inútil", declara en "Le Parisien".
En su nueva vida, confiesa Betancourt, le gusta pasar tiempo en familia, hacer deporte, escribir y dedicarse a actividades cotidianas que antes le parecían tediosas y que ahora disfruta, como hacer la compra.
Betancourt, excluye volver a la política y asegura que no piensa en ello "ni un segundo" pues su prioridad ahora pasa por ayudar "a los secuestrados, a sus familias y a los que de manera injusta están privados de libertad", a través de la fundación que lleva su nombre.
Tras dieciocho meses de trabajo, acaba de terminar un libro, del que dice que no será "una respuesta ni un ajuste de cuentas".
Prefiere mirar hacia adelante y no culpa a aquellos que la criticaron tras su liberación, como su ex colaboradora Clara Rojas, su ex marido Juan Carlos Lacompte o ex compañeros de secuestro como Keith Stansell, uno de los tres contratistas estadounidenses retenidos por las FARC entre 2003 y 2008, que la acusó de haber ayudado a los secuestradores a registrar al resto de prisioneros.
Culpa de ello a la "maquiavélica estrategia" elaborada por las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC), para quienes "era importante que hubiera división entre los prisioneros", dice Betancourt, quien reconoce que hubo "momentos difíciles en la selva".
En la entrevista, la ex rehén deja entrever que no tiene una relación muy cercana con el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, un hombre con el que guarda un vínculo "imposible de deshacer" y al que no ve muy a menudo porque "desafortunadamente está muy ocupado".
Preguntada sobre si ha superado completamente el secuestro, explica que todavía queda "camino por andar".
"A veces vuelven las pesadillas. Vuelvo a verme en la jungla. Es doloroso. Las FARC me han declarado "objetivo militar". De hecho, siempre estoy un poco en guardia. Por razones de seguridad, no puedo ir por todas partes tanto como me gustaría, especialmente en Colombia", lamenta. EFE
En una entrevista publicada hoy por el periódico "Le Parisien", Betancourt explica que lo que le llevó a pedir la millonaria suma -que dice habría dedicado a su Fundación- fue apoyar a sus antiguos compañeros de detención, a los que se siente "muy unida".
Según Betancourt, sus antiguos compañeros de cautiverio querían que les acompañase con esa petición en un "proceso de conciliación" ante los organismos a cargo de la seguridad ciudadana en Colombia para lograr esa compensación económica que hubiera servido de referente para otros casos.
"El simple hecho de que se pudiera decir o pensar: "ataca a los que la salvaron", me pareció insoportable. Preferí pararlo todo", asegura la ex candidata a la presidencia de Colombia, cuyo rostro llena la portada de "Le Parisien".
En dos páginas de entrevista, Betancourt responde a más de una docena de preguntas del periódico más leído en Francia, país que desempeñó un papel clave en la movilización para lograr la liberación de la ex rehén colombo-francesa, que se produjo gracias a una operación militar el 2 de julio de 2008.
La ex candidata presidencial también se refiere a la indemnización que dijo que le había propuesto el Estado francés y que rechazó, aunque la prensa gala ha publicado que fue ella la que solicitó dicha compensación económica.
"Desde que renuncié a cualquier reclamación en Colombia, no iba a aceptar indemnizaciones de Francia. No me parecía coherente. He vivido mal esa polémica. La he encontrado injusta e inútil", declara en "Le Parisien".
En su nueva vida, confiesa Betancourt, le gusta pasar tiempo en familia, hacer deporte, escribir y dedicarse a actividades cotidianas que antes le parecían tediosas y que ahora disfruta, como hacer la compra.
Betancourt, excluye volver a la política y asegura que no piensa en ello "ni un segundo" pues su prioridad ahora pasa por ayudar "a los secuestrados, a sus familias y a los que de manera injusta están privados de libertad", a través de la fundación que lleva su nombre.
Tras dieciocho meses de trabajo, acaba de terminar un libro, del que dice que no será "una respuesta ni un ajuste de cuentas".
Prefiere mirar hacia adelante y no culpa a aquellos que la criticaron tras su liberación, como su ex colaboradora Clara Rojas, su ex marido Juan Carlos Lacompte o ex compañeros de secuestro como Keith Stansell, uno de los tres contratistas estadounidenses retenidos por las FARC entre 2003 y 2008, que la acusó de haber ayudado a los secuestradores a registrar al resto de prisioneros.
Culpa de ello a la "maquiavélica estrategia" elaborada por las Fuerzas Revolucionarias Armadas de Colombia (FARC), para quienes "era importante que hubiera división entre los prisioneros", dice Betancourt, quien reconoce que hubo "momentos difíciles en la selva".
En la entrevista, la ex rehén deja entrever que no tiene una relación muy cercana con el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, un hombre con el que guarda un vínculo "imposible de deshacer" y al que no ve muy a menudo porque "desafortunadamente está muy ocupado".
Preguntada sobre si ha superado completamente el secuestro, explica que todavía queda "camino por andar".
"A veces vuelven las pesadillas. Vuelvo a verme en la jungla. Es doloroso. Las FARC me han declarado "objetivo militar". De hecho, siempre estoy un poco en guardia. Por razones de seguridad, no puedo ir por todas partes tanto como me gustaría, especialmente en Colombia", lamenta. EFE
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