Fuego destruyó los talleres de tres de las doce escuelas que protagonizarán los más famosos desfiles carnavalescos de la ciudad los días 6 y 7 de marzo.
A diez días de los magníficos desfiles del Carnaval de Rio de Janeiro, las escuelas de samba Grande Rio y Uniao da Ilha trabajan día y noche para reconstruir los carros alegóricos y los miles de vestidos destruidos por un incendio ocurrido al comienzo del mes.
"Duermo un promedio de tres horas por día. Después del susto y las lágrimas por la devastación del incendio, tuvimos que ponernos manos a la obra y recomenzar todo", explica Teresa a la AFP, mientras pacientemente cubre con un tul azul un inmenso carro alegórico que recuerda la ciudad de Alejandría.
El siete de febrero, un incendio arrasó una parte de la Ciudad de la Samba, en el puerto de Rio de Janeiro, un enorme conjunto de galpones y depósitos en donde las escuelas de samba preparan todo el material que exhibirán durante su fastuoso recorrido por el mítico Sambódromo carioca.
El fuego destruyó los talleres de tres de las doce escuelas que protagonizarán los más famosos desfiles carnavalescos de la ciudad los días 6 y 7 de marzo.
En un almacén improvisado que sirve de taller a la agrupación Uniao da Ilha, costureras y artesanos trabajan a contrarreloj.
"Hemos perdido 1.800 vestidos. Estamos rehaciendo en un mes lo que habíamos hecho en más de ocho.
Los disfraces serán mucho más simples, pero con buena voluntad y trabajo, llegaremos allí", explica Kawan, mientras le pega las alas a un disfraz de abeja.
El incendio acabó con los talleres de tres de las 12 escuelas de samba: Portela, Uniao da Ilha y Grande Rio, esta última la más afectada.
Excepcionalmente este año estas tres escuelas desfilarán pero no serán calificadas con puntos por los jurados del concurso de carnaval, para evitar que pierdan el puesto en la primera liga de los desfiles, el precio que pagan las que menos puntos reciben.
En el país del carnaval, esos desfiles protagonizados por las escuelas que nacieron en las pobrísimas favelas de la ciudad son seguidos con el fervor de grandes partidos de fútbol.
"No quedó nada después del incendio, ni un carro alegórico, ni un disfraz.
Tuvimos que empezar de cero", explicó con lágrimas en los ojos Cae Rodrigues, el Carnavalesco (diseñador de los disfraces y los carros) de Grande Rio.
"Gracias al empeño de todos los trabajadores, hemos conseguido rehacerlo todo. Pero será mucho menos sofisticado, por la falta de tiempo y de dinero", reconoce.
Esa escuela invirtió seis millones de dólares en el desfile.
Ahora la alcaldía prometió una ayuda de cerca de 900.000 dólares, pero apenas un tercio de ese dinero ha llegado hasta ahora.
"Habíamos invertido en tecnología importada, efectos para sorprender a los espectadores", lamenta el carnavalesco.
"Ahora, en estas tres semanas, hemos tenido que volver a fabricar 3.000 disfraces y ocho carros alegóricos con materiales mucho más simples".
Grande Rio ha recibido la solidaridad de las otras escuelas, que cedieron máquinas de coser y el chasis para algunos carros alegóricos.
"Ciento cincuenta trabajadores y artesanos están trabajando día y noche; el fuego no derrumbó el entusiasmo de la comunidad", dijo Cae, refiriéndose a la gente de las favelas que hacen el trabajo y luego desfilan.
Mientras le da el último retoque de pintura a un sombrero, Jennifer explica: "A medida que el carnaval se aproxima, crece nuestro empeño, este drama nos ha aproximado".
Aún así, reconoce sentir una "puntada en el corazón" cuando pasa frente a los talleres de las nueve escuelas que se salvaron de las llamas y que ultiman los materiales de sus desfiles a todo lujo y grandeza.
AFP
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