El 20 por ciento de las sentencias de divorcios emitidas tienen su origen en la afición a los vídeojuegos de uno de los cónyuges, generalmente el varón.
Los matrimonios chinos de jóvenes que nacieron bajo la política del hijo único se divorcian más fácilmente por causas como la adicción a los vídeojuegos, que se convierten a veces en obstáculo insuperable para la convivencia, afirmó un juez del distrito pequinés de Haidian.
Según dijo al periódico "Nuevo Pekín" el juez Gao Qing, el 20 por ciento de las sentencias de divorcios emitidas en los dos últimos años en parejas nacidas en la década de 1980 tienen su origen en la afición a los vídeojuegos de uno de los cónyuges, generalmente el varón.
Hasta un centenar de sentencias de ruptura del matrimonio fueron emitidas durante ese período por un problema que puede llegar a desestabilizar la convivencia, sobre todo si el adicto olvida su obligación de soporte económico de la familia e incluso pierde su trabajo.
Son divorcios complicados, dijo el juez, pues al ser pocas veces independiente económicamente de sus padres, la pareja suele encontrarse afectada por una hipoteca que será muy difícil de pagar y al divorciarse regresan a vivir con los progenitores.
"En general, no son jóvenes muy preparados psicológicamente para afrontar las responsabilidades familiares. Antes de pronunciar el divorcio, en el tribunal nos esforzamos para que encuentren un arreglo y regresen a la convivencia", añadió el juez.
Gao reconoció que el cónyuge perjudicado suele conocer la afición de su pareja durante el noviazgo, pero que normalmente antes del matrimonio no la considera una fuente de problemas ni una adicción.
EFE
Según dijo al periódico "Nuevo Pekín" el juez Gao Qing, el 20 por ciento de las sentencias de divorcios emitidas en los dos últimos años en parejas nacidas en la década de 1980 tienen su origen en la afición a los vídeojuegos de uno de los cónyuges, generalmente el varón.
Hasta un centenar de sentencias de ruptura del matrimonio fueron emitidas durante ese período por un problema que puede llegar a desestabilizar la convivencia, sobre todo si el adicto olvida su obligación de soporte económico de la familia e incluso pierde su trabajo.
Son divorcios complicados, dijo el juez, pues al ser pocas veces independiente económicamente de sus padres, la pareja suele encontrarse afectada por una hipoteca que será muy difícil de pagar y al divorciarse regresan a vivir con los progenitores.
"En general, no son jóvenes muy preparados psicológicamente para afrontar las responsabilidades familiares. Antes de pronunciar el divorcio, en el tribunal nos esforzamos para que encuentren un arreglo y regresen a la convivencia", añadió el juez.
Gao reconoció que el cónyuge perjudicado suele conocer la afición de su pareja durante el noviazgo, pero que normalmente antes del matrimonio no la considera una fuente de problemas ni una adicción.
EFE
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