El posible estallido de una guerra comercial entre Washington y Pekín obliga ya a los inversionistas a buscar alternativas.
El "made in USA" podría ser duramente gravado y llegar a precios desorbitados en China tras el posible estallido el próximo viernes de una guerra comercial entre Washington y Pekín, que obliga ya a los profesionales a buscar alternativas.
Tras semanas de tensiones y de negociaciones abortadas, Estados Unidos podría imponer el viernes 6 de julio aranceles a bienes importados chinos por valor de 34,000 millones de dólares.
Pekín ya prometió replicar con una tasa del 25% a centenares de importaciones estadounidenses, entre ellos soja, sorgo, automóviles o whisky. Esa medida podría reducir muy fuertemente la competitividad de los productos "made in USA".
En el mercado de frutas de Pekín, el importador Zhao Xiaoyu, elogia la calidad excepcional de las cerezas estadounidenses. Para él, esa calidad será difícil de reemplazar. "Para productos relativamente simples, habrá alternativas. Pero para los más elaborados, será difícil" asegura Denis Depoux, del gabinete de asesores Roland Berger.
Los productos agrícolas son a priori los más fáciles de sustituir, pero ello depende de los volúmenes disponibles, destaca Depoux.
"Impacto inmediato"
El asunto de la soja es también delicado. Al gravar este bien, Pekín apunta donde hace daño: Estados Unidos exportó el año pasado a China por valor de 14,000 millones de dólares en soja, es decir un tercio de su producción.
Pero el problema para el gigante asiático es que, aparte de Estados Unidos, ningún país produce lo suficiente como para satisfacer la demanda china. "En cuanto se apliquen aranceles, el impacto sobre el precio de la soja será inmediato" se preocupa un negociador para la empresa de Pekín, Scents Holdings.
China importa anualmente 95 millones de toneladas de soja. Los granos son principalmente utilizados para alimentación animal y la producción de aceite para cocinar.
"El efecto de los derechos aduaneros va a ser inmediato y sensible para los ciudadanos chinos. Subirán el precio de la carne o del aceite", asegura este negociador.
"Se podría importar más soja de Sudamérica, de Asia central o de Europa del Este. Pero habría que ver cuánto pueden producir esos países", subraya Si Wei, profesor en la universidad de Agricultura de China.
En la propia China, el gobierno alienta la producción de soja en sus provincias norteñas, a golpe de subvenciones. "Nuestra política prioritaria es incrementar la producción", indicó un decreto de la Comisión agrícola de la gran ciudad de Changchun (noreste).
Cerezas de Uzbekistán
Las importaciones de sorgo estadounidense también pueden verse afectadas. Estados Unidos es el primer suministrador de China, con 4,8 millones de toneladas vendidas el año pasado.
Según expertos, Australia, exlíder mundial de exportaciones de sorgo, podría verse beneficiado con los aranceles impuestos al sorgo norteamericano por China, que utiliza este producto para la alimentación animal y la producción de alcohol.
Esta amenaza de guerra comercial ha provocado una ola de pánico entre los agricultores norteamericanos. El senador Ron Wyden criticó el mes pasado al secretario de comercio, Wilbur Ross, y defendió a los exportadores de cerezas y sus 1,5 millones de cajas listas para viajar a China.
Esos exportadores "temen que sus cajas queden bloqueadas en los puertos, o acaben pudriéndose en un depósito debido a las represalias chinas", indicó el senador.
"Los contratos de importación ya firmados para la cosecha 2018 no deberían de momento provocar un cese brutal en las entregas de cerezas estadounidenses", según Zhao.
"Si perdemos dinero con los contratos firmados este año, no podremos hacer nada" explica el comerciante. "Pero si la cosa se prolonga el año próximo, deberemos recurrir a Turquía y Uzbekistán".
AFP
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