Las obras fueron interrumpidas en 2007 por las protestas de vecinos, preocupados por el impacto en la la salud que podrían tener las potenciales radiaciones.
Las obras de la primera línea de tren de levitación magnética ("maglev") que se construirá en el mundo entre dos ciudades, Shanghái y Hangzhou, en el este de China, comenzarán este año, después de que el polémico plan de ampliación de la línea que ya existe en Shanghái se frenara en 2008.
Según recoge el diario oficial "Shanghai Daily", el planificador jefe del Ministerio de Ferrocarriles, Zheng Jian, confirmó este fin de semana que el proyecto está siendo cuidadosamente estudiado, aunque ha visto la "luz verde" y las obras comenzarán en 2010.
Hasta ahora, el maglev shanghainés, el único del mundo en uso comercial, es el tren más rápido del planeta (430 kilómetros por hora), y une el aeropuerto internacional de Pudong con las afueras de Shanghái, a unos 40 kilómetros de distancia, que recorre en menos de ocho minutos.
Su ampliación hasta Hangzhou, capital de la provincia oriental de Zhejiang, a 170 kilómetros de Shanghái, fue aprobada en 2006 y se esperaba que estuviese terminada a tiempo para la Exposición Universal de 2010, que se inaugurará en Shanghái dentro de 47 días.
Sin embargo, las obras fueron interrumpidas en mayo de 2007 por las protestas de miles de vecinos, preocupados por el impacto ambiental y sobre la salud que podrían tener las potenciales radiaciones del tren magnético, además de porque su trazado haría sus barrios poco populares y devaluaría el precio de sus viviendas.
Tras una situación tan poco habitual en China como la de grupos acomodados shanghaineses protestando ante el ayuntamiento de la ciudad más rica del país, el alcalde, Han Zheng, aseguró que se tendrían en cuenta las opiniones de los ciudadanos y anunció un sondeo sobre la ampliación.
La polémica estaba en el pasillo arbolado de seguridad que debe separar las zonas habitadas de los carriles magnéticos elevados sobre los que se desplaza flotando el tren.
Pese a los sondeos, el proyecto final, confirmado en agosto de 2008, sigue contemplando un pasillo de seguridad de 22,5 metros a cada lado de la vía.
Esa distancia está muy lejos de los 300 metros recomendados por las directivas alemanas de los creadores de la tecnología (el consorcio Tranrapid, formado por Siemens y Thyssen Krupp), y de los 150 metros que aparecían en el primer borrador de la ampliación.
En diciembre de 2007 un informe de la Academia de Ciencias Medioambientales de Shanghái aseguró que, con 22,5 metros, el impacto de la ampliación del tren sería mínimo si no se superaban los 200 kilómetros por hora en las zonas urbanas.
Aquel documento, en el que se siguen apoyando las autoridades para relanzar el proyecto, ocasionó nuevas protestas en 2008, aunque finalmente se aplicaron sus recomendaciones, y la velocidad máxima permitida del tren se establecerá en 450 kilómetros por hora, reducida hasta los 200 en terreno urbano.
La ampliación finalmente supondrá un trazado adicional de 199,351 kilómetros, unos 24 kilómetros más que el proyecto aprobado en 2006, incluida una sección de 34 kilómetros que unirá los dos aeropuertos de Shanghái, Pudong y Hongqiao, separados en total por unos 70 kilómetros.
El maglev unirá Shanghái y Hangzhou en 26 minutos, aunque China anunció en 2008 que también uniría ambas ciudades con una línea de alta velocidad convencional, de 158 kilómetros, que las vinculará en media hora. EFE
Según recoge el diario oficial "Shanghai Daily", el planificador jefe del Ministerio de Ferrocarriles, Zheng Jian, confirmó este fin de semana que el proyecto está siendo cuidadosamente estudiado, aunque ha visto la "luz verde" y las obras comenzarán en 2010.
Hasta ahora, el maglev shanghainés, el único del mundo en uso comercial, es el tren más rápido del planeta (430 kilómetros por hora), y une el aeropuerto internacional de Pudong con las afueras de Shanghái, a unos 40 kilómetros de distancia, que recorre en menos de ocho minutos.
Su ampliación hasta Hangzhou, capital de la provincia oriental de Zhejiang, a 170 kilómetros de Shanghái, fue aprobada en 2006 y se esperaba que estuviese terminada a tiempo para la Exposición Universal de 2010, que se inaugurará en Shanghái dentro de 47 días.
Sin embargo, las obras fueron interrumpidas en mayo de 2007 por las protestas de miles de vecinos, preocupados por el impacto ambiental y sobre la salud que podrían tener las potenciales radiaciones del tren magnético, además de porque su trazado haría sus barrios poco populares y devaluaría el precio de sus viviendas.
Tras una situación tan poco habitual en China como la de grupos acomodados shanghaineses protestando ante el ayuntamiento de la ciudad más rica del país, el alcalde, Han Zheng, aseguró que se tendrían en cuenta las opiniones de los ciudadanos y anunció un sondeo sobre la ampliación.
La polémica estaba en el pasillo arbolado de seguridad que debe separar las zonas habitadas de los carriles magnéticos elevados sobre los que se desplaza flotando el tren.
Pese a los sondeos, el proyecto final, confirmado en agosto de 2008, sigue contemplando un pasillo de seguridad de 22,5 metros a cada lado de la vía.
Esa distancia está muy lejos de los 300 metros recomendados por las directivas alemanas de los creadores de la tecnología (el consorcio Tranrapid, formado por Siemens y Thyssen Krupp), y de los 150 metros que aparecían en el primer borrador de la ampliación.
En diciembre de 2007 un informe de la Academia de Ciencias Medioambientales de Shanghái aseguró que, con 22,5 metros, el impacto de la ampliación del tren sería mínimo si no se superaban los 200 kilómetros por hora en las zonas urbanas.
Aquel documento, en el que se siguen apoyando las autoridades para relanzar el proyecto, ocasionó nuevas protestas en 2008, aunque finalmente se aplicaron sus recomendaciones, y la velocidad máxima permitida del tren se establecerá en 450 kilómetros por hora, reducida hasta los 200 en terreno urbano.
La ampliación finalmente supondrá un trazado adicional de 199,351 kilómetros, unos 24 kilómetros más que el proyecto aprobado en 2006, incluida una sección de 34 kilómetros que unirá los dos aeropuertos de Shanghái, Pudong y Hongqiao, separados en total por unos 70 kilómetros.
El maglev unirá Shanghái y Hangzhou en 26 minutos, aunque China anunció en 2008 que también uniría ambas ciudades con una línea de alta velocidad convencional, de 158 kilómetros, que las vinculará en media hora. EFE
Comparte esta noticia