Jiang Benhua, de 22 años, fue condenado a la pena máxima tras ser acusado de violación y robo, informó el diario ´China Daily´.
Un preso chino ofreció donar sus órganos a cambio de clemencia ante la pena de muerte a la que ha sido condenado tras ser acusado de violación y robo, informa hoy el periódico "China Daily".
Jiang Benhua, de 22 años, presentó una solicitud para donar sus órganos el pasado junio, meses después de ser condenado a muerte por el Tribunal Popular Intermedio de la ciudad de Xian, situada en la provincia noroccidental de Shaanxi.
El caso ha vuelto a abrir el debate en China sobre el elevado número de prisioneros ejecutados cuyos órganos son empleados para trasplantes.
Según una publicación del "China Daily", el 65 por ciento de los órganos para trasplantes el año pasado en China procedían de prisioneros ejecutados.
"Dada la demanda debido en gran parte a la falta de donantes de órganos, no hay razón para negar a los presos condenados a muerte la posibilidad de que donen sus órganos", dijo Li Ning, presidente del Hospital Youan de Pekín.
Las estadísticas oficiales señalan que en la actualidad más de un millón de chinos están en lista de espera para un trasplante, y sólo un uno por ciento consigue el órgano que necesita.
Pekín lanzó en 2007 una nueva ley que prohibía el tráfico de órganos, aunque la actual legislación también limita las donaciones legales entre personas vivas a familiares consanguíneos.
El viceministro de Salud, Huang Jiefu, apuntó que China sigue siendo el único país en el mundo donde los condenados a muerte son una importante fuente de donantes.
Sin embargo, intelectuales como Jia Yu, profesor de universidad, subrayan que la práctica debe ser eliminada por completo ya que este tipo de presos se encuentran en una situación en la "que no pueden garantizar la buena disposición a donar por benevolencia".
El gigante asiático es el país donde más sentencias de muerte se dictan al año, con 1.067 ejecuciones, pero la cifra real se sitúa por encima de las 8.000, según han filtrado los propios legisladores chinos.
Los trasplantes de órganos, prácticamente inexistentes en China hasta 2001, aumentaron a partir de esa fecha hasta una cifra de más de 40.000 hasta 2005.
EFE
Jiang Benhua, de 22 años, presentó una solicitud para donar sus órganos el pasado junio, meses después de ser condenado a muerte por el Tribunal Popular Intermedio de la ciudad de Xian, situada en la provincia noroccidental de Shaanxi.
El caso ha vuelto a abrir el debate en China sobre el elevado número de prisioneros ejecutados cuyos órganos son empleados para trasplantes.
Según una publicación del "China Daily", el 65 por ciento de los órganos para trasplantes el año pasado en China procedían de prisioneros ejecutados.
"Dada la demanda debido en gran parte a la falta de donantes de órganos, no hay razón para negar a los presos condenados a muerte la posibilidad de que donen sus órganos", dijo Li Ning, presidente del Hospital Youan de Pekín.
Las estadísticas oficiales señalan que en la actualidad más de un millón de chinos están en lista de espera para un trasplante, y sólo un uno por ciento consigue el órgano que necesita.
Pekín lanzó en 2007 una nueva ley que prohibía el tráfico de órganos, aunque la actual legislación también limita las donaciones legales entre personas vivas a familiares consanguíneos.
El viceministro de Salud, Huang Jiefu, apuntó que China sigue siendo el único país en el mundo donde los condenados a muerte son una importante fuente de donantes.
Sin embargo, intelectuales como Jia Yu, profesor de universidad, subrayan que la práctica debe ser eliminada por completo ya que este tipo de presos se encuentran en una situación en la "que no pueden garantizar la buena disposición a donar por benevolencia".
El gigante asiático es el país donde más sentencias de muerte se dictan al año, con 1.067 ejecuciones, pero la cifra real se sitúa por encima de las 8.000, según han filtrado los propios legisladores chinos.
Los trasplantes de órganos, prácticamente inexistentes en China hasta 2001, aumentaron a partir de esa fecha hasta una cifra de más de 40.000 hasta 2005.
EFE
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