Este sistema, propio de una estrella, está formado por dos planetas y, posiblemente, un tercero, aún por confirmar, el cual se encontraría es su zona habitable, según un estudio publicado en la revista Science.
La estrella Gliese 887 tiene el sistema planetario compacto más cercano al Sistema Solar. Esta formado por dos planetas y, posiblemente, un tercero, aún por confirmar, el cual se encontraría es su zona habitable, según un estudio que publica este jueves la revista Science. Un sistema planetario compacto está formado por más de un planeta, que tienen órbitas cercanas y dinámicamente apretadas alrededor de una estrella.
A "solo" 11,8 años luz de distancia, Gliese 887 es la décima estrella más cercana al Sol, tiene aproximadamente la mitad de masa que este y es la enana roja más brillante que puede verse desde la Tierra, aunque no a simple vista. Los dos planetas ahora localizados entran dentro de la categoría de súper-tierras, es decir con una masa superior a nuestro planeta pero sustancialmente menor que Urano o Neptuno.
"Sabemos que este tipo de sistemas planetarios son bastante comunes en otras estrellas -entre un 15 y un 30 % de las estrellas de tipo solar-, pero no habíamos encontrado ninguno muy cercano al Sol", dice a Efe Guillem Anglada-Escudé, del español Instituto de Ciencias del Espacio y uno de los firmantes de la investigación. Este "será, un poco, un sistema de referencia para entender este tipo de sistemas planetarios tan comunes en otras estrellas, pero tan diferentes al del Sistema Solar", agrega el también astrónomo de la Universidad Queen Mary de Londres.
Hasta el momento, los científicos han identificado dos planetas, Gliese 887b y Gliese 887c, con periodos orbitales de 9,3 y 21,8 días, respectivamente, lo que supone mucho más rápido y más cerca que la órbita de Mercurio alrededor del Sol. Con temperaturas de entre 200 y 70 grados, ambos planetas podrían ser un poco demasiado calientes para tener agua líquida en su superficie. La existencia de dos planetas con órbitas tan cerradas no es "sorprendente", indica Anglada-Escudé, quien precisa que, en este sentido, "el 'anormal' es el Sistema Solar, que no tiene casi planetas en orbitas internas".
Existen otros sistemas planetarios más cercanos, como Próxima Centauri y Wolf359, situados a 4,2 y 7,9 años luz, respectivamente, pero no son de tipo compacto, como sí es el caso de GJ887. El equipo encabezado por Sandra Jeffers de la Universidad de Gotinga (Alemania) ha encontrado además evidencias, aún no confirmadas, de la existencia de un tercer exoplaneta. Este posible tercer planeta tendría un periodo orbital de unos 50 días, lo que puede ubicarlo en la llamada zona de habitabilidad de la estrella, en la que sería posible la existencia de agua líquida en la superficie.
Si finalmente existe, sería -indica Anglada-Escudé- "de los pocos tan cercanos y situados en la buena zona" de su estrella, además del exoplaneta Proxima-b, que orbita Próxima Centauri, una enana roja que es la estrella más cercana al Sol. Para confirmar la existencia de este tercer planeta alrededor de GJ 887 hacen falta algunos datos más y el científico considera que se podrán obtener en un par más de campañas de observación de unos pocos meses.
GJ 887 es unan estrella vieja y muy inactiva, si lo fuera tanto como nuestro Sol, es probable que el viento solar barriera la atmósfera de sus dos planetas, pero en este caso puede que la retengan o incluso ser más gruesas que la de la Tierra, indica la Universidad de Gotinga en un comunicado.
El equipo observó a GJ 887 durante tres meses gracias al High Accuracy Radial Velocity Planet Searcher (HARPS), un espectrógrafo de alta precisión para encontrar planetas, de uno de los telescopios del Observatorio Europeo Austral (ESO) en La Silla (Chile). Además, utilizó el método llamado espectroscopia Doppler, que mide el movimiento de ida y vuelta de la estrella causado por la atracción gravitatoria de los planetas que la orbitan y otros datos de archivo que abarcan más de veinte años.
Aunque aún quedan muchas cosas por saber de GJ 887 y su sistema, Anglada-Escudé dice que ser una estrella vieja y de las más inactivas que se conocen sí podría "favorecer" el desarrollo de vida, al haber tenido más tiempo para evolucionar. Esa falta de actividad, también puede permitir la detección de la luz de sus planetas cuando esté operativo el telescopio espacial James Webb, cuyo lanzamiento está previsto en los próximos dos años, y a través de la próxima generación de telescopios gigantes basados en tierra.
(Con información de EFE)
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