Los celulares se usan hoy para lo mejor y para lo peor: transmitir imágenes de obras de arte, la sonrisa de la persona amada y la participación en ritos religiosos, como los de semana santa.
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El teléfono celular ha cumplido cincuenta años. La fecha precisa de su nacimiento ha sido fijada el 3 de abril de 1973, cuando el ingeniero Martin Cooper, de la empresa Motorola, hizo una llamada al teléfono fijo de su colega de la empresa rival Bell Labs. Para los jóvenes que han nacido en un mundo en el que el celular es omnipresente, resulta difícil imaginar cómo era la vida antes de la existencia de un invento que se ha convertido en el instrumento más usado de nuestra época. En el Perú se calcula que hay 40 millones de celulares, es decir más que el número de habitantes, incluyendo los bebes, que ahora suelen nacer bajo el lente de algún celular que inmortalizará su llegada al mundo. Cuando apareció, el celular pesaba más de 2 kilos y solo servía para hacer y recibir llamadas telefónicas. Entretanto, se volvió “inteligente” cuando incorporó funciones de computadora y el acceso a la red global, llamada internet. Las cabinas telefónicas han pasado a ser obsoletas, así como las máquinas de escribir y diferentes formas de mensajería escrita. El término “celular” permanece, pese a que los celulares actuales desbordan los límites de las torres de comunicaciones y acceden a una conexión mayor a partir de satélites. Los celulares se usan hoy para lo mejor y para lo peor: transmitir imágenes de obras de arte, la sonrisa de la persona amada y la participación en ritos religiosos, como los de semana santa. Pero son también instrumentos de la criminalidad en todas sus formas: desde la pornografía infantil, hasta la fabricación de bombas listas para ser usadas en atentados terroristas. El celular potencia la comunicación y contribuye al desarrollo. Pero, ¿conocemos de memoria los números de nuestros allegados más cercanos? Y, ¿somos capaces de pasar momentos en diálogo silencioso con nosotros mismos? En la vida, lo importante no son las instrumentos, sino la calidad de afectos y de comunicación que queramos vivir, ayudados por los instrumentos.
Las cosas como son
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