Como prueba de esa tentativa, el mandatario señaló que un policía leal al gobierno murió al ser impactado por un disparo que estaba dirigido contra él.
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, denunció el viernes que policías sublevados intentaron asesinarlo al fallar un golpe de Estado en su contra, y responsabilizó al ex mandatario Lucio Gutiérrez.
"Les falla la estrategia de desestabilizar al gobierno y entonces el plan B era asesinar al presidente", dijo Correa en una entrevista con la televisión pública.
Como prueba de esa tentativa, el mandatario señaló que un policía leal al gobierno murió al ser impactado por un disparo que estaba dirigido contra él, instantes después de ser rescatado de un hospital donde permaneció secuestrado durante varias horas el jueves.
"Uno de los policías que cae, un sargento, era uno de los que me estaban escoltando, la bala era para mí", aseguró Correa, indicando que el vehículo blindado en que lo sacaron fue impactado con "cinco balazos".
El mandatario reconoció que su pueblo y policías y militares fieles a su Gobierno lograron rescatarle del encierro en un hospital policial y que por ello salió victorioso.
No obstante, dijo que en Ecuador "no hay nada que celebrar... Es un día de luto para la patria", porque en los enfrentamientos en torno al hospital fallecieron, al menos, cuatro personas, entre ellas un estudiante universitario con disparos en la cabeza.
"Fracasó la intentona golpista" y "hemos tenido la unión del mundo" al condenar la revuelta policial, remarcó el mandatario y dijo que fue una "victoria contundente" contra los "enemigos de la democracia".
"Pero fue mucho más lo que se perdió" y estuvo en juego la estabilidad democrática del país, agregó el mandatario quien no dudó en culpar a políticos de oposición como instigadores de la revuelta.
Sobre todo identificó al grupo de uno de sus más acérrimos enemigos políticos, el del ex presidente Lucio Gutiérrez, quien personalmente ha desmentido ese extremo y ha culpado a Correa de un eventual malestar social.
Sin embargo, Correa dijo que no tiene dudas de que la oposición está detrás de los acontecimientos, que fracasó en el intento de desestabilizar a su Gobierno gracias a la participación de la población, que se enfrentó a pedradas con los insurrectos a las afueras del hospital policial.
También agradeció a los policías fieles al Gobierno que participaron en su rescate y que fueron los que más sufrieron la furia de los sublevados.
Los militares que se juntaron para el rescate y la comunidad internacional que rechazó unánimemente el intento golpista también recibieron elogios del mandatario ecuatoriano, que fijó al 30 de septiembre como una de las peores fechas de la historia nacional.
Reiteró que la estrategia era generar un golpe de Estado, pero que ante el fracaso de ese plan, los sublevados quisieron matarle.
A su juicio, los sublevados querían provocar un levantamiento general de la policía y los militares, lo que hubiese llevado al país a un caos social.
Sin embargo, a los opositores "les falla esa estrategia de desestabilizar al Gobierno y entonces el "plan B" era matar al presidente", remarcó el mandatario, que dijo haber escuchado en varias ocasiones esas amenazas durante su retención.
También contó que en un momento en que los sublevados, aparentemente, habían accedido a liberarlo, él se resistió al ver que los agresores le esperaban para fingir un cruce de tiros.
Incluso en el espectacular rescate militar, el auto en el que fue evacuado del hospital recibió cinco impactos de fusil, algunos de ellos apuntando al sitio donde se suponía que Correa estaba, según relató él mismo. El coche blindado soportó el tiroteo. EFE
"Les falla la estrategia de desestabilizar al gobierno y entonces el plan B era asesinar al presidente", dijo Correa en una entrevista con la televisión pública.
Como prueba de esa tentativa, el mandatario señaló que un policía leal al gobierno murió al ser impactado por un disparo que estaba dirigido contra él, instantes después de ser rescatado de un hospital donde permaneció secuestrado durante varias horas el jueves.
"Uno de los policías que cae, un sargento, era uno de los que me estaban escoltando, la bala era para mí", aseguró Correa, indicando que el vehículo blindado en que lo sacaron fue impactado con "cinco balazos".
El mandatario reconoció que su pueblo y policías y militares fieles a su Gobierno lograron rescatarle del encierro en un hospital policial y que por ello salió victorioso.
No obstante, dijo que en Ecuador "no hay nada que celebrar... Es un día de luto para la patria", porque en los enfrentamientos en torno al hospital fallecieron, al menos, cuatro personas, entre ellas un estudiante universitario con disparos en la cabeza.
"Fracasó la intentona golpista" y "hemos tenido la unión del mundo" al condenar la revuelta policial, remarcó el mandatario y dijo que fue una "victoria contundente" contra los "enemigos de la democracia".
"Pero fue mucho más lo que se perdió" y estuvo en juego la estabilidad democrática del país, agregó el mandatario quien no dudó en culpar a políticos de oposición como instigadores de la revuelta.
Sobre todo identificó al grupo de uno de sus más acérrimos enemigos políticos, el del ex presidente Lucio Gutiérrez, quien personalmente ha desmentido ese extremo y ha culpado a Correa de un eventual malestar social.
Sin embargo, Correa dijo que no tiene dudas de que la oposición está detrás de los acontecimientos, que fracasó en el intento de desestabilizar a su Gobierno gracias a la participación de la población, que se enfrentó a pedradas con los insurrectos a las afueras del hospital policial.
También agradeció a los policías fieles al Gobierno que participaron en su rescate y que fueron los que más sufrieron la furia de los sublevados.
Los militares que se juntaron para el rescate y la comunidad internacional que rechazó unánimemente el intento golpista también recibieron elogios del mandatario ecuatoriano, que fijó al 30 de septiembre como una de las peores fechas de la historia nacional.
Reiteró que la estrategia era generar un golpe de Estado, pero que ante el fracaso de ese plan, los sublevados quisieron matarle.
A su juicio, los sublevados querían provocar un levantamiento general de la policía y los militares, lo que hubiese llevado al país a un caos social.
Sin embargo, a los opositores "les falla esa estrategia de desestabilizar al Gobierno y entonces el "plan B" era matar al presidente", remarcó el mandatario, que dijo haber escuchado en varias ocasiones esas amenazas durante su retención.
También contó que en un momento en que los sublevados, aparentemente, habían accedido a liberarlo, él se resistió al ver que los agresores le esperaban para fingir un cruce de tiros.
Incluso en el espectacular rescate militar, el auto en el que fue evacuado del hospital recibió cinco impactos de fusil, algunos de ellos apuntando al sitio donde se suponía que Correa estaba, según relató él mismo. El coche blindado soportó el tiroteo. EFE
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