Dioses y magia negra son algunos de los elementos del vudú, una religión que mezcla las creencias de los esclavos con tradiciones católicas y costumbres indígenas.
Los misterios, curiosidades e importancia que la práctica del vudú tiene para los haitianos se explican en Berlín a través de una exposición que recoge 350 objetos de una colección que logró sobrevivir al azote del terremoto que asoló el país a principios de 2010.
Dioses, espíritus, ritos, magia negra y sociedades secretas son algunos de los elementos básicos del vudú, una religión que mezcla las creencias de los esclavos que fueron trasladados desde las costas africanas al Caribe, con tradiciones católicas y costumbres indígenas.
La muestra "Vudú: arte y culto de Haití", ubicada en el Museo Etnográfico de Berlín, hace un repaso de esa religión y de sus enigmas gracias a la selección de piezas de la colección de Marianne Lehmann, una coleccionista suiza que recopiló más de 3.000 objetos a lo largo de 30 años.
Separada por áreas, la exposición comienza dando una explicación de la historia del país y del desarrollo que tuvo en su sociedad la práctica de esta religión.
En las distintas salas, focos con luces tenues iluminan figuras de diferentes tamaños y colores, cuyas enrevesadas formas y extrañas siluetas crean una atmósfera de misterio y magia que favorece la profundización en lo que representa el vudú.
Calaveras, siluetas bicéfalas o de tres cabezas, espejos, pañuelos, alfombras, velas, figuras con cuerpos humanos y cabezas de animales, "Barbies" adaptadas o grandes sillas de madera, todo sirve para conseguir atraer la energía de las fuerzas de la naturaleza por medio del contacto con los espíritus.
En el punto central del vudú se encuentra la creencia en el espíritu Iwa, que ayuda a entrar en contacto con Dios.
Pero esta religión va más allá y en sus ritos se mezcla la veneración a dioses africanos con la dedicada a santos católicos y a los espíritus que preservan la memoria de los americanos nativos originales, los taínos.
Como se explica en la exposición, Iwa suele ser venerado en un templo o altar vudú llamado "ounfò", y su invocación sólo puede ser liderada por profesionales del sacerdocio conocidos como "houngan", en el caso de ser hombres, o "mambo", si son mujeres.
Los sacerdotes y sacerdotisas piden a los espíritus que les ayuden, al tiempo que luchan contra las almas malignas a través de preparados, pociones mágicas y venenos elaborados a mano, algunos de cuyos botes pueden contemplarse ahora en Berlín.
Una de las salas más llamativas de la exposición es la dedicada a los espejos gigantes, que, con marcos de madera en los que se tallan diferentes motivos, se sitúan como elementos importantes dentro de la religión vudú.
Así mismo, se echa una mirada a una de las sociedades secretas existentes en Haití, la "Bizango", que, basada en una estructura militar y con artilugios de apariencia terrorífica, preserva la memoria de los esclavos y "solo castiga a los culpables".
Según explica la muestra, un 90 por ciento de los haitianos, alrededor de 8,5 millones de personas, practican el vudú.
Como muestran algunos vídeos en la exposición, esta religión, que apela al esoterismo y la brujería, está presente en el día a día de la sociedad haitiana a través de la música, el baile y su múltiple simbología.
Los berlineses y los turistas con ansias de conocer más sobre esta misteriosa religión tienen la oportunidad de hacerlo hasta el próximo 24 de octubre, cuando acabará la exposición.
Una parte del dinero obtenido con la venta de entradas irá destinada a la construcción de un centro cultural en Haití, en el que está previsto alojar todos los objetos que forman parte de esta "mágica" colección sobre el vudú. EFE
Dioses, espíritus, ritos, magia negra y sociedades secretas son algunos de los elementos básicos del vudú, una religión que mezcla las creencias de los esclavos que fueron trasladados desde las costas africanas al Caribe, con tradiciones católicas y costumbres indígenas.
La muestra "Vudú: arte y culto de Haití", ubicada en el Museo Etnográfico de Berlín, hace un repaso de esa religión y de sus enigmas gracias a la selección de piezas de la colección de Marianne Lehmann, una coleccionista suiza que recopiló más de 3.000 objetos a lo largo de 30 años.
Separada por áreas, la exposición comienza dando una explicación de la historia del país y del desarrollo que tuvo en su sociedad la práctica de esta religión.
En las distintas salas, focos con luces tenues iluminan figuras de diferentes tamaños y colores, cuyas enrevesadas formas y extrañas siluetas crean una atmósfera de misterio y magia que favorece la profundización en lo que representa el vudú.
Calaveras, siluetas bicéfalas o de tres cabezas, espejos, pañuelos, alfombras, velas, figuras con cuerpos humanos y cabezas de animales, "Barbies" adaptadas o grandes sillas de madera, todo sirve para conseguir atraer la energía de las fuerzas de la naturaleza por medio del contacto con los espíritus.
En el punto central del vudú se encuentra la creencia en el espíritu Iwa, que ayuda a entrar en contacto con Dios.
Pero esta religión va más allá y en sus ritos se mezcla la veneración a dioses africanos con la dedicada a santos católicos y a los espíritus que preservan la memoria de los americanos nativos originales, los taínos.
Como se explica en la exposición, Iwa suele ser venerado en un templo o altar vudú llamado "ounfò", y su invocación sólo puede ser liderada por profesionales del sacerdocio conocidos como "houngan", en el caso de ser hombres, o "mambo", si son mujeres.
Los sacerdotes y sacerdotisas piden a los espíritus que les ayuden, al tiempo que luchan contra las almas malignas a través de preparados, pociones mágicas y venenos elaborados a mano, algunos de cuyos botes pueden contemplarse ahora en Berlín.
Una de las salas más llamativas de la exposición es la dedicada a los espejos gigantes, que, con marcos de madera en los que se tallan diferentes motivos, se sitúan como elementos importantes dentro de la religión vudú.
Así mismo, se echa una mirada a una de las sociedades secretas existentes en Haití, la "Bizango", que, basada en una estructura militar y con artilugios de apariencia terrorífica, preserva la memoria de los esclavos y "solo castiga a los culpables".
Según explica la muestra, un 90 por ciento de los haitianos, alrededor de 8,5 millones de personas, practican el vudú.
Como muestran algunos vídeos en la exposición, esta religión, que apela al esoterismo y la brujería, está presente en el día a día de la sociedad haitiana a través de la música, el baile y su múltiple simbología.
Los berlineses y los turistas con ansias de conocer más sobre esta misteriosa religión tienen la oportunidad de hacerlo hasta el próximo 24 de octubre, cuando acabará la exposición.
Una parte del dinero obtenido con la venta de entradas irá destinada a la construcción de un centro cultural en Haití, en el que está previsto alojar todos los objetos que forman parte de esta "mágica" colección sobre el vudú. EFE
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