Donald Trump y el antaño considerado escudero del presidente ruso, Vladímir Putin, se suelen enzarzar en cruces de declaraciones.
El expresidente ruso, Dmitri Medvédev, es un político venido a menos desde que abandonara cargos de responsabilidad en el Gobierno en 2020, pero tiene la innata capacidad de sacar de quicio con sus diatribas en las redes sociales al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
"Y decirle a Medvédev, el fracasado expresidente de Rusia, quien aún se cree que es presidente, que tenga cuidado con lo que dice ¡Está entrando en un territorio muy peligroso!", escribió anoche Trump en Truth Social.
Así respondió Trump al mensaje de esta semana de Medvédev en X sobre el nuevo ultimátum de diez días para detener la guerra en Ucrania, sobre lo que el expresidente ruso dijo que "cada nuevo ultimátum es un paso hacia la guerra. No entre Rusia y Ucrania, pero con su propio país".
Redes sociales, su campo de batalla
No es la primera vez que Trump y el antaño considerado escudero del presidente ruso, Vladímir Putin, se enzarzan en un cruce de declaraciones.
Hace un mes, el jefe de la Casa Blanca expresó públicamente su irritación después de que Medvédev sugiriera en Telegram que "hay países que están listos para entregarle directamente sus propias armas nucleares a Irán".
"¿He escuchado al expresidente ruso Medvédev usar la palabra con N (¡Nuclear!) con indiferencia, diciendo que él y otros países suministrarían ojivas nucleares a Irán? ¿De verdad lo dijo o es solo producto de mi imaginación? Si lo dijo, y si se confirma, por favor, háganmelo saber INMEDIATAMENTE. La palabra con N no debería tomarse tan a la ligera", advirtió Trump.
Mientras Putin mantiene un silencio sepulcral sobre el claro giro dado últimamente por el presidente de EE.UU., Medvédev es su portavoz en la sombra.
"Trump está jugando al juego de los ultimátum con Rusia: 50 o 10 días... Él debería recordar dos cosas. 1. Rusia no es ni Israel ni incluso Irán", comentó estos días en X.
Medvédev, que conserva el cargo de subjefe del Consejo de Seguridad de Rusia, ha convertido X y Telegram en su particular campo de batalla desde el comienzo de la guerra en Ucrania.
"Si las palabras de un expresidente ruso despiertan una reacción tan nerviosa de todo un terrible presidente de EEUU, eso significa que Rusia tiene toda la razón y seguirá su camino", respondió hoy a Trump en Telegram.
Normalmente, la toma con Ucrania, pero también acusó a la Unión Europea de ser "una feroz organización rusófoba" y "el auténtico enemigo de Rusia".
El eslabón débil del tándem con Putin
Su lealtad a Putin -ambos estudiaron Derecho y son oriundos de San Petersburgo- está fuera de toda duda desde que ambos trabajaran juntos en el Ayuntamiento de la antigua capital zarista tras la caída de la URSS.
Por eso, en 1999, tras ser nombrado primer ministro por el entonces presidente, Boris Yeltsin, Putin le propuso encabezar el aparato administrativo del Gobierno y después ser el jefe de su campaña de cara a las elecciones presidenciales del año siguiente.
Como la Constitución le impedía ejercer más de dos mandatos consecutivos, Putin cedió la Presidencia a su fiel delfín en 2008.
Medvédev, un hombre aficionado a las nuevas tecnologías, a diferencia del analógico Putin, entró en el Kremlin con un discurso liberal, en el que criticó duramente el rezago tecnológico y la dependencia de las exportaciones de hidrocarburos.
Con todo, al poco de llegar al poder extendió de cuatro a seis años el mandato presidencial, lo que muchos vieron como una medida destinada a allanar el camino al retorno de Putin.
Por si hubiera alguna duda, su suerte quedó echada cuando no vetó en 2011 en la ONU la creación en Libia de una zona de exclusión aérea, lo que desembocó en el derrocamiento y ajusticiamiento de su líder, Muamar el Gadafi.
Caída en desgracia
Con todo, Medvédev, doce años más joven que su jefe, no se fue de vacío, ya que intercambió roles con Putin.
Durante los siguientes ocho años (2012-2020), ejerció el cargo de primer ministro, cargo en el que se convirtió en uno de los políticos más impopulares del país.
Le tocó desde 2014 lidiar con las sanciones internacionales provocadas por la anexión de la península ucraniana de Crimea y el desorbitado gasto que supuso organizar los Juegos Olímpicos de Sochi (2014) y el Mundial de Fútbol (2018), torneos lastrados por la corrupción.
Su punto más bajo fue cuando una pensionista le preguntó en 2016 durante una visita a Crimea por qué no se habían indexado las pensiones como había prometido el Gobierno.
"Simplemente, no hay dinero. Pero ustedes aguanten. Les deseo lo mejor, buen ánimo y buena salud", respondió el primer ministro, frase que le ha perseguido sin remisión.
Desde entonces, sus mayores éxitos los ha logrado con sus declaraciones belicosas sobre la Tercera Guerra Mundial y llenando de palabras malsonantes las redes sociales.